El
griterío la hizo asomarse a la ventana. Una muchedumbre de mujeres
pasaban delante de su casa en dirección al centro, todas portando en
sus manos un ramillete de flores. Su primer impulso fue preguntarles
adónde iban y porqué llevaban aquella flor,
todas la misma. Prefirió no pensar, el país estaba envuelto en
manifestaciones y revueltas callejeras, todos estaban hartos y
preocupados de cual iba a ser su destino. En vez de preguntar se
sumó a ellas.
Tomó
una flor de su jardín, igual que las de sus vecinas, y echando un
ojo
a su casa, decidió seguirlas.
La
plaza estaba ocupada por militares, cientos de ellos en perfecta
formación obedecían la orden de no permitir ni un grito, ni una
consigna en contra del viejo régimen. Pero no esperaban que una a
una, en silenciosa marcha, las mujeres pusieran un clavel rojo en los
fusiles de sus compatriotas y con una sonrisa en el rostro, pidieran
paz.
Era
el mes de abril, aquel gesto ayudó a que la revolución de los
claveles trajera la democracia.
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario