Flores para una revolución - Marian Muñoz

                                      


El griterío la hizo asomarse a la ventana. Una muchedumbre de mujeres pasaban delante de su casa en dirección al centro, todas portando en sus manos un ramillete de flores. Su primer impulso fue preguntarles adónde iban y porqué llevaban aquella flor, todas la misma. Prefirió no pensar, el país estaba envuelto en manifestaciones y revueltas callejeras, todos estaban hartos y preocupados de cual iba a ser su destino. En vez de preguntar se sumó a ellas.
Tomó una flor de su jardín, igual que las de sus vecinas, y echando un ojo a su casa, decidió seguirlas.
La plaza estaba ocupada por militares, cientos de ellos en perfecta formación obedecían la orden de no permitir ni un grito, ni una consigna en contra del viejo régimen. Pero no esperaban que una a una, en silenciosa marcha, las mujeres pusieran un clavel rojo en los fusiles de sus compatriotas y con una sonrisa en el rostro, pidieran paz.
Era el mes de abril, aquel gesto ayudó a que la revolución de los claveles trajera la democracia.



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