No quiso quitarse los zapatos - Marga Pérez

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-Dígame todo lo que sepa de Kia – Me dijo el inspector nada más ser presentados por mi secretaria. Me cogió desprevenido así que empecé diciendo lo evidente para ganar tiempo y tranquilizarme. Le dije que era una mujer no muy alta pero delgada, de pies demasiado grandes, diría que desproporcionados … que era una mujer que llamaba la atención...con piernas largas, finas y musculosas... piernas, diría yo como de animal al acecho, dispuestas a salir corriendo tras la presa sin a penas tocar el suelo, siempre alerta, en tensión. Ya más relajado le conté que había llegado a mi despacho con pasos cortos y gráciles, sin ruido. Que parecía que flotaba... No era joven y, así y todo, me impresionó desde que entró . Quizá fuera su rostro fino y anguloso, o sus ojos, siempre entre expresivos y enigmáticos. Transmitían inteligencia, carácter ... quizá misterio. No era guapa ¿sabe? pero a atractiva no hay quien la gane, así que la contraté. No era un puesto a la altura de su atractivo pero yo quería que trabajase con nosotros. La conversación fue rápida, le dije que el puesto era para ensobrar, que tenía que incorporarse cuanto antes y que los detalles los sabría en los quince días que estaría a prueba. -Perdone, ¿qué es ensobrar?- Ah disculpe el término, es meter documentos en sobres… -¡Ah, claro! Continúe- Pues me sorprendió que contestase a mi oferta con un escueto “me interesa”. Sin preguntas . Como si supiera de antemano todo lo que necesitaba saber para tomar la decisión. No es un trabajo para entusiasmar a nadie, lo reconozco, pero... Estaría sola, y una vez aprendido es mecánico: doblar, meter en el sobre, pegar la solapa y la pegatina del destinatario, agrupar los sobres por distritos y dejarlos en los casilleros… jornada completa y, contrato fijo si superaba el periodo de prueba. De entrada es un trabajo lento pero enseguida se adquiere velocidad, sólo es cuestión de práctica y, además, sabía que lo iba a hacer bien, estaba convencido.

Los primeros días me sentaba a su lado y juntos ensobrábamos mientras le explicaba la forma de doblar los documentos, cómo introducirlos y los tipos de sobre que utilizaría según la documentación,¡ ah! Y la forma más rápida de hacerlo, es muy importante. Desde el primer día se manejaba a las mil maravillas, me sorprendió, parecía como si hubiese trabajado antes en otra mensajería pero lo negó cuando le pregunté. Si el tocho de papeles lo permitía yo procuraba llevar la conversación al terreno personal. Quería conocerla pero ella , cuando contestaba, lo hacía con monosílabos. Estaba en su mundo. Concentrada. Daba la impresión de que olvidaba que yo estaba a su lado. Ese misterio en el que se envolvía la hacía aún más atractiva. - Le gusta ¿verdad?- ¡ Claro que me gusta!... si, lo reconozco, y mucho, pero después de varias intentonas con resultados parecidos, decidí poner distancia. No soy un acosador ni me gustan las relaciones forzadas, puede preguntar, así que ella siguió sola en su guarida y yo a lo mío. -¿Sabe si tiene familia, amigos, relaciones con compañeros?- Le he dicho todo lo que sé de ella. En los casi tres años que lleva con nosotros no ha aportado ningún dato de su vida personal, trabaja sola, nunca ha faltado, no ha protestado por nada... de verdad, es una excelente trabajadora ¡ideal! ya quisiera yo que todas fueran así - La contrató a través de una empresa de empleo ¿Se puso en contacto con ellos?- Si pero no contestan.

-No se preocupe, con los datos que tenemos, seguiremos investigando. Es raro que en una semana no haya dado señales de vida, ni aquí ni en su casa, pero le mantendremos informado, tranquilo- Gracias inspector, espero sus noticias.

Cuando después de casi dos semanas me citaron en la nave de un polígono industrial de las afueras, me temí lo peor, el lugar no tiene buena fama. Antes de llegar al sitio ya vi a varias chicas exhibiéndose de forma evidente. El Ayuntamiento, con su política de acoso a la prostitución en el centro, hizo que el negocio se desplazara y llegase a este y otros polígonos de los extrarradios donde se atrincheró. Los clientes lo saben y vienen, y la policía también lo sabe... es lo que tiene mirar para otro lado. Pensaba en estas y otras cosas cuando entré en la calle de marras y vi al inspector fumando apoyado en su coche oficial. Nada más verme me pidió que lo acompañase a reconocer a mi empleada. La sangre entonces desapareció de mi cuerpo... Bueno, quizá no fuese así y sólo se concentrase en mis pies porque, al oir lo del reconocimiento, de repente, sentí que el cálido líquido desaparecía de la cara, del pecho, del vientre, de las rodillas... Fue bajando para esconderse en los pies y, en su huida, yo palidecía y quedaba inmóvil, anclado al suelo, fuertemente anclado. Fueron sólo unos segundos pero sentí que el suelo quería engullirme. Por fin logré entrar y deseé que lo hubiera hecho. Había cuerpos inertes desperdigados por el suelo. Mujeres por todas partes, hasta en mesas, estanterías…pero me llamó la atención que no había sangre, ni olor a descomposición, ni violencia. Entre máquinas, ordenadores, cables, luces y cuerpos femeninos llegamos al lugar en el que yacía Kia. Estaba tumbada sobre una balda pegada a la pared, lo mismo que otras muchas. Parecía que dormía, tenía los ojos cerrados. No se apreciaba en ella ningún signo de vida, tampoco de muerte, aunque estaba fría...Su pecho no oscilaba al ritmo de su respiración... Tampoco respiraba. Al mirar sus pies descubrí que no era humana. En su lugar había cables sueltos al lado de puertos USB para conexión de periféricos… ¿robot? ¿ humanoide ¿ mujer de mentira?. La empresa de colocación era la propietaria de todos estos seres... no sé cómo calificarlos sin que me duela, la verdad. Abandonaron el negocio, según parece, después del asesinato del máximo responsable. Un cliente sexual quiso hacerse con el control del entramado al descubrir que su acompañante no era tan humana como el pensaba. Los pies le ponían y ella no quería quitarse los zapatos … debió de arrancárselos de mala manera, así y todo, no logró que le dijera en qué consistía su mantenimiento, no estaba programada para ello. Después de varios meses las humanoides fueron dejando sus trabajos y pasando a la inactividad. Por más que miraron en su interior no lograron saber cómo hacer para que siguieran “vivas”.

Es curioso, por las prostitutas nadie preguntó abiertamente pero por las que trabajaban en empresas legales enseguida hubo movilizaciones, eran unas empleadas maravillosas...

Reconocerme tan pillado por una máquina hizo que me sintiera fatal conmigo mismo pero también que reflexionase. Siempre supe que el mundo es frío , que va a lo suyo pero soy yo el que vive en el, y además, que quiero hacerlo de la mejor forma posible, así que no me quedó otra que cambiar... me costó, yo no era así pero... ahora , antes de confiar en alguien, pido que se quite los zapatos, me tengo que proteger, es lo que hay.

 

 

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