En aquel tiempo envenenado las canciones no solo se cantaban. También caminaban entre las piernas y los corazones de la gente. Salían de los timbales y trompetas como flores de fuego y se posaban en los oídos dormidos, calentando de nuevo espíritus amedrentados. En las paredes se dibujaban pentagramas con lo que el miedo callaba. Hubo muchos intentos de extirparlas, pero la raíz estaba allí dentro, bien sujeta a la tierra. Y siempre crecían más.
Cada vez que alguien canta con el corazón limpio, a pesar de la impuesta contaminación, el aire se llena de esas flores invisibles.
Canción: GDBD, de Rubén Blades y Seis del Solar

Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.