La vida es un fraude - Marian Muñoz

                                        Alkoghol, Narkomaniia


¡Que no señor guardia, que le digo la verdad! Iba paseando tranquilamente por el puente Segovia, cuando me percato que de pie en el pretil y mirando al vacío había un hombre.

Rápidamente me acerco para hacerle bajar y no se rompiera la crisma, pero ¿sabe Vd.? Al llegar me fijo que está tecleando en el móvil y se hace una foto a sí mismo, ¿lo quiere creer?

Llamo su atención para que me mire y le invito a descender de las alturas poniendo los pies en el pavimente del puente, en lugar más seguro. Pues que no, que se quiere morir porque dice que la vida es un fraude.

¡Pero hombre de Dios! Le digo yo, que la vida es muy bonita para perderla por una sin fustada. Pues que no, que se quiere morir, porque, además, después de todo lo que le han dicho en Facebook lo mejor es tirarse y acabar para siempre.

Oiga, no tengo ni idea que le han dicho en Facebook, le dije, pero seguro que lo ha leído mal. además ¿Hace caso Vd. a todo lo que le dicen? ¡Vamos hombre, sea razonable y bájese de ahí!

Y él erre que erre, se quería morir y contaba con chiquicientos me gusta, eso le daba ánimos para acabar con todo.

Pues ya ve señor guardia, yo no sabía cómo convencerle para bajarse y me daba la impresión que estaba esperando que alguien le salvase de aquella locura, porque no hacía más que mirar su móvil, deseando le dijeran que no lo hiciese, así que sin más preámbulos saqué mi móvil, me conecté a Facebook, le pregunté su nombre para pedirle amistad.

Por un instante quedó desconcertado, eso me indicó que iba por buen camino. Me lo dio, le busco y pido amistad, nervioso como estaba me acepta como amigo y comienzo a ojear su muro para ver qué demonios le pasaba.

Efectivamente veo un comentario suyo que decía “La vida es un fraude” y una retahíla de comentarios debajo que ni pa qué, oiga, que al principio sus amigos intentaban aliviar la pena que sentía, le aconsejaban y los más cercanos le invitaban a un café para que exteriorizara su malestar. Pero ya sabe que las armas las carga el diablo, al poco empezaron a escribir los amigos de los amigos, gente a la que, seguro que ni conoce, dándole la razón, que esta vida es una p… mierda y que para vivir así mejor tirarse abajo de un puente.

Tanto le comieron el coco, que allí estaba, haciendo caso a unos energúmenos desconocidos y encima le pedían se hiciese un selfie mientras saltaba.

Las tecnologías modernas son demoledoras con las personas de carácter débil, como era el caso, por lo que tuve que recurrir a toda mi inventiva para hacerle reflexionar y sacarle de ese atolladero.

Pude convencerle de que unos desconocidos no tenían derecho a mandar en su vida, que eso eran realmente los amigos de sus amigos, y la gente a quien realmente importaba le iban a ayudar a pasar el mal trance.

Verá, le dije yo, voy a escribir en su muro lo que ocurre y haré un llamamiento a sus amigos para que vengan y le apoyen a continuar con su vida, espere y verá lo que le digo.

Y así fue, hice un llamamiento mediante una foto del susodicho haciendo equilibrio en lo alto del puente, reclamando a todos sus amigos de verdad que se personaran allí y le demostraran que la vida puede ser dura, pero es mucho más llevadera si se cuenta con amistades sinceras, no esos personajillos que se entrometen en perfiles ajenos e intentan fisgar, malmeter y fustigar a gentes de bien.

Eso fue lo que ocurrió, el puente se llenó de amigos, conocidos, vecinos y hasta el Alcalde del pueblo se acercó al instante para intermediar en el asunto.

Unos le daban la razón en que la vida es un fraude y mejor perderla que sufrirla, otros le contestaban que no, que sólo se vive una vez y hay que aprovechar cada momento hasta que nos llegue el fin, pero no provocándolo uno mismo.

Y resultó que empezaron a enzarzarse en una pelea, unos contra otros, pero había unos terceros, cobardes a más no poder, que filmaban todo ese caos.

Hasta que llegaron ustedes y pudieron separar a los de la contienda, mientras los cineastas de turno se largaban por pies. Y el resto Vd. ya lo sabe señor guardia, al bajarse el presunto suicida, se le cayó el móvil al agua, y por desgracia, porque la vida es así de puñetera, le dio en la cabeza a un marinero que pasaba por debajo con su gabarra.

Sirva todo este asunto para darnos cuenta que sí, la vida es un fraude, pero hay que luchar contra él con todas las fuerzas, como hacen los de hacienda contra los ladrones y facinerosos que surgen de nuestras autoridades.

Y cuidadín con el Facebook, bueno, más con quien nos tratamos en él o nos ven, que un programa a fin de cuentas es impersonal y sólo refleja la forma en que lo usemos.

 

 

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