Muy buena pareja - Marian Muñoz

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Estos días leyendo noticias sobre la detención de un policía que guardaba mucho dinero escondido en su casa, me ha hecho recordar una historia acaecida en el pueblo.

La localidad de dónde procede mi familia no es muy grande, aunque tiene cierta entidad, hay gran actividad agrícola, ganadera que además mantiene un par de queserías y una cooperativa apícola que incluso produce mermeladas. Allí viven Pepón y Catalina, él desde hace unos cuantos años es regidor del Ayuntamiento, año tras año sus vecinos le vuelven a elegir y si bien corre el rumor de meter la mano en la caja, nadie quiere ocupar su cargo al parecerles tarea para la que no están preparados. Catalina y él forman una bonita pareja, ella propietaria del único supermercado de la zona además de tener un pequeño local donde vende productos típicos que los visitantes y turistas suelen llevar de recuerdo. No hace caso a las habladurías sobre su marido porque tienen un único vehículo desde hace más de 10 años, es ella quien maneja la cuenta del banco en la que únicamente entra la paga de él como Alcalde además de los ingresos y gastos del negocio, está convencida que todo es fruto de la envidia.

Ambos trabajan y dejan sus problemas laborales en el felpudo de la puerta en cuanto entran en casa. Él es hombre cariñoso, amable y colaborador, pero sobretodo fogoso en el dormitorio manteniendo contenta a Catalina. Se conocen desde los quince años y se aman como el primer día. Pero en toda historia feliz siempre hay un tercero en discordia, en este caso Don David, bueno David a secas como él prefiere que le llamen, nuevo cura de la parroquia en sustitución del anterior ya jubilado. Hombre joven con ganas de remover espíritus y atraerlos hacia su causa, deseando que todos sus feligreses se salven y puedan disfrutar de la vida eterna. Los oficios de la iglesia son básicamente frecuentados por mujeres mayores, la juventud y los hombres van por otro lado y él querría tenerlos más cerca.

Sus inicios fueron paseos por calles y plazas hablando distendidamente con sus pobladores, charlas inofensivas para darse a conocer y atraerles al redil. Frecuentaba la cafetería y el bar, jugando con al mus, el dominó o hablando de futbol cuando había partido. Tareas que se había propuesto para relajar tensiones y animarles a visitar la iglesia. No haciendo ninguna falta pedírselo en las fiestas patronales sacando en hombros a la Virgen o al Santo, o incluso en Navidad cuando familias enteras acudían. La iglesia cuenta con un salón de reuniones infrautilizado, se encargó de darle utilidad usándolo para realizar manualidades por niños y jóvenes, confeccionando adornos destinados a engalanar sus calles en la época de fiestas, teniendo mucho éxito y dándole satisfacción al reunirles en tan sagrado lugar.

Pero éste sacerdote es si podemos decir un culo inquieto y se le ocurrió la gran idea de encontrar algún rival al actual alcalde, quien se resistía a pasar por el aro de un acercamiento a la parroquia. Un hombre del pueblo iba a ser difícil de convencer porque todos estaban muy a gusto con el actual mandatario, una mujer sería lo ideal y quien más preparada de la población era Catalina al estar al cabo de la actualidad acudiendo todas las semanas con sus productos locales a ferias y mercados de los alrededores además de venderlos por internet, eso le convenció de que era la mejor candidata para la Alcaldía. Le costó persuadirla porque no estaba en su ánimo echar del puesto a su amor, además de comprender que no tendría ningún éxito en esa tarea por el conocimiento que tenía de sus paisanos. Tras pensárselo mucho, aceptó, quería dar un poco de vidilla a su vida rutinaria fuera de casa al hablar con vecinos y familiares pulsando opiniones sobre cómo mejorar la vida de todos. Fue David, el cura, el encargado de todos los trámites para inscribirla como principal candidata en una lista electoral más bien pequeña, llegado el momento y al enterarse Pepón le empezó a hervir la sangre, como su mujer había sido capaz de prestarse a tal manipulación del cura novato, no lo comprendía.

En casa no podían hablar de ello, era una premisa que en toda su vida de casados no habían roto, para comentarlo decidieron quedar en su lugar favorito, en la ribera del río, donde se veían cuando eran novios, allí él le recriminó ser su oponente y ella divertida respondió que si dudaba del cariño de sus electores mejor dejara el puesto a otro. Al final dándose la mano en señal de buena rivalidad se desearon suerte. Ambos recorrieron la localidad hablando con unos y con otros, contando sus proyectos y lo que pensaban mejorar sin subir impuestos, continuamente tenían espías informándoles sobre las propuestas del otro para así mejorar las suyas. Catalina se lo pasaba en grande convencida de no tener probabilidad de ser elegida, pero Pepón eso no lo descartaba y cada día se afanaba más para ganarse los votos que tan fielmente le habían elegido durante todos estos años.

Lo que nunca nadie supo es que si él era fogoso en el dormitorio al tener delante una buena rival le ponía aún más y ella emocionada con sus muestras de afecto disfrutaba de lo lindo. Llegó el día de las elecciones y David andaba nervioso pensando que había apoyado al candidato ganador, pero la cruda realidad volvió a ponerle en su sitio al ganar Pepón por tres votos del correo. Catalina divertida porque nada cambiara, pero sobretodo porque él tendría que cumplir con lo prometido al tener enfrente a su equipo para exigírselo, siendo el pueblo quien realmente ganaba. Pero lo verdaderamente importante era que estaba radiante gracias a la fogosidad de su marido, habiendo dado frutos y por fin iban a ser padres. Los vecinos divertidos por la contienda y aliviados con el resultado estarían otros cuatro años más sin tener que preocuparse únicamente de lo suyo porque su regidor tendría que ocuparse de lo de los demás.



 

 

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Pensamientos

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Sin hacerme ni un poquito de caso sigue a lo suyo. Desde que tiene esa barredora ruidosa pienso que no le importa que mis pétalos brillen a la luz del sol, ni que mis hojas estén cada vez más grandes y verdes. Es un pensamiento general entre las compañeras del parterre, ni nos mira ni nos mima como antes. Y a veces se nos cae la corola de pena. Y él sigue con su nuevo juguete asustando hasta a los bichitos que se asoman por la hierba.

 

 

 

 

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