Cada Nochevieja tenía que pedirle a Abu que me hiciese el nudo de la corbata. Abu me preguntaba. ”¿Te hago el Windsor o prefieres el americano? .El año pasado te hice el del príncipe Alberto…ese es doble.” Yo siempre le pedía el nudo pequeño, el más simple. Abu era un experto.
Durante el resto del año yo no usaba corbata nunca.
Mi Macbook Air con su alto rendimiento en mi trabajo de creativo me ayudaba a diseñar en la intimidad de mi despacho sin exigencias de mi propia imagen y aspecto. Comodidad ante todo. Con mi visión personalmente artística, paria una publicidad colorista y profundamente eficaz para incitar al consumo de las más apetitosas hamburguesas que el gigante Burguer ofrece por todo el planeta. Muchas bocas se hacían agua.
Y yo no necesitaba corbata.
Esta Nochevieja, Abu ya no podrá volver a hacerme el nudo de la corbata. Su cuerpo en cenizas voló por un monte virgen del pueblo que cargado de historias acoge a la suya y la funde con todas en su propia esencia. Su espíritu descansará o tal vez trabajará en alguna dimensión desconocida más allá de las estrellas, más allá de la tecnología que inexorablemente avanza en este mundo ofreciéndonos tanto progreso y en la otra cara de su moneda tanta destrucción.
Tampoco mi Macbook y yo crearemos más imágenes incitadoras de hamburguesas.
He sido sustituido por un robot.
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