Estoy emocionado al verme rodeado de tan buena gente en la presentación de mi quinto libro, guardo un recuerdo entrañable de los momentos vividos entre estas paredes con profesores y compañeros de clase, algunos incluso se han atrevido a cruzar nuevamente el umbral del Insti, por el que alegremente salíamos y tan pesarosos entrabamos. Con los años he descubierto que un instituto no es más que un reflejo en pequeño de nuestra sociedad, si logras encontrar la parte buena y mejorar, has logrado tu objetivo.
Como decía nuestro profesor de filosofía Don Samuel, cada uno forja su destino, y el mío quedó ligado a Dimas, nuestro bedel, un hombre afable con eterna sonrisa en su rostro. Como tuviera que reñirte por alguna trastada escuchabas una buena reprimenda por lo demás era un buenazo, todos le queríamos y siempre estaba dispuesto a escucharnos cuando las notas nos daban un disgusto, por eso de niño siempre quise ser como él. Al terminar los estudios en el centro el siguiente paso era ir a la Universidad o hacer un módulo de formación profesional. Lo tuve muy claro desde ese día, iba a preparar oposiciones para bedel.
Familiares y amigos pusieron el grito en el cielo, el trabajo estaba bien pero el sueldo era otra cosa, tenía que seguir formándome para conseguir un puesto mejor, un sueldo mejor es lo que venían a decirme. Ya sabéis que no lograron convencerme y fui el primero de clase que se puso a trabajar. Efectivamente el sueldo era y es muy justito, pero las condiciones laborales increíbles. Algunos de vosotros trabajáis ocho horas con buen sueldo, pero estáis diez o incluso doce horas fuera de casa debido al traslado hasta vuestro lugar de trabajo. Sin embargo, yo lo tengo bien cerca, no hay que madrugar demasiado, somos dos y nos turnamos cuando hay que echar horas de más, pero lo mejor de todo es el trato con los alumnos no creáis que son tan diferentes a como éramos nosotros. Tengo libres puentes y vacaciones escolares y en verano tan sólo nos acercamos para comprobar que todo esté en orden, eso me permite dedicarme a mis aficiones favoritas: viajar y escribir. Este es mi quinto hijo, y agradezco que me acompañéis en el parto, aunque nunca llegaremos a ser familia numerosa.
El título del libro SINSABORES DE UN BEDEL parece triste, pero si os animáis a bucear entre sus líneas veréis que mi ocupación y anteriormente la de Dimas tiene muchos momentos alegres y divertidos.
No voy a aburriros más con mi charla, agradeceros nuevamente vuestra presencia y deseando que seáis tan felices en vuestras vidas como lo he sido escribiendo este libro, gracias.
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