El vegano de Avilés - Pilar Murillo

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Aquél primer día, ante la insistencia de mi amiga Ana me dirigía a una cafetería de la calle del Quirinal, en Avilés a tomarme un café con su primo Severino. Había llegado hacía una semana de Francia, para quedarse. Mi amiga Ana me había dicho: “como él se aburre y tú también, mujer a nuestra edad ya no hay muchas oportunidades” … En fin, que me lió la tía, aunque como buena amiga, diré en su defensa que ya lo conocía por Facebook y no estaba mal, un hombre con unas canas bonitas, y parecía por lo que colgaba sobre él, que tanto las ideas de la vida como los gustos de ocio eran muy parecidos. Me dio la impresión de que era un señor interesante y con cultura, además había estado viviendo en Francia desde sus ocho años hasta hacía una semana.

Llegué a mi cita. Cita un tanto extraña en estos tiempos que vivimos, ni era a ciegas, ni era solamente a través de una celestina, también fue culpable como ya mencioné, el Facebook, bueno y su página web por la que me enteré de que era un escritor de no sé qué género porque me dio vergüenza seguir leyendo a ver cuerpos desnudos. Además, estaba escrita en francés y yo no entiendo nada.

Lo reconocí enseguida, allí estaba sentado, en la terraza del “Azor” me acerqué, se levantó muy caballerosamente… ¿o debería decir educadamente? A ver, es que yo no quiero ser machista, pero a mí las historias románticas, si hay pretensión de que lo sean… me gustan así, contarla tal y como me ha sucedido.

Severino se puso tras mi silla, tal cual lo digo y me acercó a la mesa. Luego se sentó y con un gesto típico de la tierra donde casi toda su vida vivió llamó a Santi, el dueño de la cafetería. Yo pedí una infusión, me apetecía un vino, pero es que luego me vuelvo muy loca y la primera cita hay que causar buena impresión. Él estaba tomando un botellín de agua.

Me sonreía mirándome a los ojos y yo estaba que no encontraba postura en la silla. “¡Dios mío que hombre más guapo!, más guapo que en las fotos. No sé cuántos años hacía que yo no tenía un hombre tan atractivo frente a mí, y que estuviese ahí por mí, no por mis amigas… Pues seguro que desde la adolescencia. Mi primer novio, que estaba buenísimo, pero hace 40 años que no lo veo, a saber, cómo estará ahora.

Centrémonos en Severino que es muy curioso lo que aconteció y puede haceros gracia.

Como os contaba, él enfrente, yo sofocada, sin ser verano, él que no hablaba, y yo que tampoco y me dije, “este chico es muy tímido, tendré que empezar yo” y pensé antes de hablar… “Lo de vienes mucho por aquí…” Eso me temo que sé la respuesta y la pregunta es bastante vieja.

__ ¿Bueno, y dónde te apetece estar, dentro o fuera? -La respuesta no llegó por su boca porque yo que estaba demasiado entusiasmada con él, entera, profunda y firmemente, repito; entusiasmada con él; pensé que mi pregunta tenía doble sentido y volví a decirle rápida y nerviosamente -; Me refiero a si prefieres que comamos dentro del local o aquí en la terraza.

__ Aquí, como si fuese “vegano”.

¡Uy, uy!, éste”, pensé… dice como si fuese vegano, a ver chato, se comen animales o no se comen. ¡Ya no lo vi ni atractivo! que a mí me gustan todas las parrilladas menos la de verduras, ¡por Dios!

Os puedo asegurar que transcurridos 25 minutos pasé tal vergüenza que no sé si se dio cuenta de mi metedura de pata o supe disimular muy bien. Nunca hemos hablado sobre nuestra primera cita, quizás sí se percató de mi estupidez. Bueno, da igual. “Viviendo y aprendiendo”, decía mi abuela,

Tantos años en Francia y desde tan pequeño…. Normal que para él el verano fuese Vegano.

 

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