Se apresuraron con el martillo y los clavos para rematar la empalizada de defensa. Ninguno sabía cómo manejar herramientas, a más de una se le partieron varias uñas. A punto del desmayo el tiempo apremiaba; sus vidas de lujo estaban a punto de desaparecer. Al otro lado, aún a lo lejos, se distinguía el polvo que agitaba un ejército de paparazzis, sedientos de una última exclusiva de verano.
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