Que mi deambular por este mundo ha estado marcado por las señales espirituales no es ninguna sorpresa para los que me conocéis bien. Me inicié en esta costumbre durante la adolescencia, con mi abuela. Ella creía que los ángeles se comunican con nosotros, nos hablan de tú a tú, nos guían ... y yo acabé creyéndolo. Preguntarme ante cualquier acontecimiento qué era lo que tenía que cambiar, pasó a formar parte de mi rutina diaria desde entonces, sin tan siquiera cuestionarlo.
Las señales siempre han estado ahí, estoy rodeada de ellas y se presentan de sopetón para que yo las interprete. Es así.
Veo señales en el agua derramada sin querer, en el traspiés dado cuando me dirigía al psicólogo, en no encontrar zapatos para la boda de mi mejor amiga, en la lluvia pertinaz cuando me presentaron a Pedro, en la gripe que cogí cuando debía examinarme de conducir… Pero hubo acontecimientos significativos. Determinantes... Como La matanza de Atocha... ¡Fue bestial! Y yo estaba allí. Había ido a casa de mi hermana Elena que estudiaba en la capital. Todavía yo no tenía claro qué era lo que iba a hacer y mataba el tiempo estudiando inglés y fotografía en el pueblo, no fueran a pensar que no hacía nada. Había ido a Madrid con la intención de gastar los dineros de Reyes en las rebajas. Me pareció muy buena idea y a ella también. Llegué el mismo 24 de Enero, al segundo piso del número 55 de la Calle Atocha donde vivía mi hermana con tres compañeras. Preparábamos la cena cuando oímos los disparos…¡ Una salvajada! Oímos gritos, más disparos, carreras, portazos…¡ había sangre por todos lados ! Qué cantidad de policía, cuántas preguntas, cuánta decepción, cuánta rabia... Pero ese acontecimiento fue la señal que necesitaba para darme cuenta que tenía que ser abogada. ¡Estaba clarísimo! así que estudié convencida de que ése era el camino que debía seguir y lo seguí. Trabajé, desde que me licencié, como abogada de la UGT en Gijón. Defendí los derechos pisoteados de trabajadores que lo único que tenían era su trabajo. Estaba totalmente comprometida con los trabajadores a los que defendía y asesoraba. Sólo me tenían a mi. No ganaba mucho pero era feliz. Al menos eso pensaba hasta que en el 2001 me lié la manta a la cabeza y me apunté a un viaje para celebrar los veinte años de nuestra promoción. Nada menos que a Nueva York. Me costó mucho tomar la decisión, no nadaba en la abundancia pero reencontrarme con compañeros que hacía años que no veía inclinaron la balanza a favor y fui … nada menos que cuando los atentados de las torres gemelas. Vi los aviones sobrevolar Manhattan. Vi el fuego y la columna de humo saliendo de entre los edificios que tenía frente al ventanal de mi dormitorio. Vi la polvareda que nos cegaba tras la caída. Vi el horror en la cara de mi compañera de cuarto… y yo estaba allí. Tenía que ser una señal. Algo tan potente, tan destructivo, tan impactante, tenía que suceder para algo importante. Estaba claro, no podía seguir viviendo como lo había hecho hasta entonces…Todo podía ser destruido de hoy para mañana. Llegué a la conclusión de que tenía que aprovechar el tiempo. Que lo estaba desperdiciando pensando sólo en los trabajadores. ¿Y yo? ¿No tenía que pensar también en mi?. La señal era clara y contundente. Tenía que dar un giro a mi vida y cuando volvimos del viaje me puse en contacto con un compañero que andaba en política y encontré el empujón que necesitaba. Tenía que recuperar el tiempo perdido. Mucho dinero y poco trabajo no estaba mal.
Los atentados del 11S eran lo que indicaban. Desde entonces las señales siempre iban en la misma dirección. No había contradicción y mi carrera política despegó poco a poco llegando a puestos de responsabilidad en el partido y en las instituciones.
Hoy por motivos que no vienen al caso me encuentro en Edimburgo. ¡ Qué casualidad! justo cuando la salud de la reina Isabel es valorada como de delicada, falleciendo después de varias horas. Setenta años reinando y sin estar enferma, sin avisar , sin agonía... sin más, va y se muere. Y yo estoy aquí, en medio de la enorme sensación de vacío que ha dejado entre los suyos. En medio de la conmoción mundial por su pérdida. En medio del protocolo que conlleva su fallecimiento. En medio del cambio que supone que Carlos sea el nuevo rey. … ¿Los ángeles me siguen indicando el camino? Sé que es una señal pero no sé qué quieren que haga ¿Tendrá que ver con la muerte? ¿Con la forma en que puede suceder la mía? ¿Con el hecho de que la reina muera en Escocia, lugar proclive al separatismo? ¿Con coincidir su muerte con el día de Asturias? ¿Con estar en Edimburgo teniendo que estar en Madrid reunida con los sindicatos?¿Con el acceso de Carlos al trono... con setenta y tres años? A mi me quedan dos para la jubilación... igual si… Chicos, tendréis que ser más claros. Esta señal me tiene bastante desconcertada, dudo … no sé… voy a esperar a la próxima ¿vale? pero sed más claros porfi, una ya tiene una edad...
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