Era nuestra primera excursión primaveral, tras remitir el frío invernal nos animamos a subir al monte. Un día espectacular, mucho sol y pocas nubes animaban en las terribles pendientes a las que aún no estábamos acostumbrados. El aire tan limpio ayudaba en cada parada a bajar el ritmo de nuestra respiración. Unas pocas horas después llegamos a una explanada donde extendimos la manta sobre la hierba y antes de sacar nuestras provisiones de las mochilas paramos a disfrutar del paisaje.
El sol calentaba nuestras espaldas al estar el cielo sin nubes, abajo se divisaba lejano el valle, se apreciaban tres pequeñas poblaciones apenas separadas por un par de kilómetros. En las cimas de alrededor aún quedaban neveros brillantes, una instantánea para enmarcar y guardar en la retina. El momento mágico se rompió cuando Alex me instó a ponerme en pie, dándome una de sus fiambreras para que la abriera. En su interior había una cajita, ante mi asombro la cogió con sus manos y poniéndose de rodillas me pidió casarme con él.
Era una sortija preciosa, pero más lo era su cara de felicidad. Fue un momento de tierra trágame, siempre he odiado esas peticiones de mano, me parecen absurdas, fue como poner un borrón negro en aquel maravilloso paisaje. Si, me pilló por sorpresa, no habíamos tenido tanto trato de pareja como para dar ese paso, estuve tentada de decirle ¡no, para más adelante! pero viendo su expresión de dicha inmensa, su sonrisa abierta a la par que su mirada, se me puso un nudo en la garganta y con la cabeza dije que sí.
Con un beso sellamos el instante y tras una frugal comida pudimos brindar con una pequeña botella de cava. Debería haber sido una ocasión dichosa, pero enseguida se truncó al acercarse primero una cabra, luego otra y parece que el olor de nuestra comida atrajo al rebaño. Recogimos apresuradamente y regresamos ladera abajo, Alex saltando eufórico como si fuera un cabritillo más y yo más prudente con pasos cortos más seguros.
Nos conocíamos de hace muchos años, fuimos compañeros de colegio, luego de instituto perteneciendo a la misma pandilla, no fue hasta un día que todos querían ver una película de vampiros y me planté porque soy muy miedosa, a él tampoco le hacían gracia, y pasamos el rato en un parque cercano tomando un helado. Aquella tarde me pidió salir en pareja, comenzando nuestra relación. No hacíamos nada especial, pasear, tomar algo, ir al cine, nos dábamos algún beso, alguna caricia en la oscuridad del portal, por eso en mi cabeza aún no habían nacido sentimientos más profundos que una simple amistad con derecho a roce.
La fiebre del matrimonio le pilló bien fuerte, dos días después llamó excitado, había planeado ya nuestra fecha de boda, donde iba a ser y cuantos nos iban a acompañar. Sentí rechazo, pero cómo iba a negarle un motivo de tanta dicha, como podía decirle que iba muy rápido si apenas me dejaba pensar y sentir lo que él estaba deseando. Por tonta cedí y tiramos para adelante llevados por su ímpetu de celebración.
Había estudiado derecho y trabajaba en un bufete del centro, mientras que yo ejercía de maestra de primaria en un colegio, ambos muy ocupados por semana y cuando nos veíamos hacíamos excursiones visitando parajes naturales donde relajarnos. Pero el relax duró poco, tenía dotes de mando porque hizo un planning de nuestra boda, Alex decidía y yo ejecutaba al tener las tardes libres.
La iglesia de Nuestra Señora de Begoña, llámales y pregunta por las fechas del año que viene, me dijo. Bueno, no me parecía mal que fuera por la iglesia, ambos estábamos bautizados, hicimos la primera comunión y la confirmación, no me disgustaba la idea. El templo estaba cerca de nuestras casas además de tener un bonito interior. Pedí cita y me acerqué.
Para el restaurante vete hasta El Bosque a las afueras, tienen salones bastante grandes. ¿Cuántas personas crees que seremos? - Pregunté, había oído que era bastante caro. Respondió que unas doscientas o trescientas. Quedé parada, ¿de dónde se suponía que íbamos a ser tantos? Sus padres y abuelos, sus hermanos con sus parejas más los consuegros de sus padres y los cuñados de los hermanos con sus parejas, los compañeros de trabajo de su padre que llevaba años jubilado, sus compañeros de trabajo, más los de la facultad, los de la pandilla, sin olvidar tíos y primos con sus respectivos. Le pregunté si también irían los vecinos (en plan de coña), respondió ¡qué buena idea! Pues también, los tuyos y los míos. Le espeté que iba a salirnos el banquete por un ojo de la cara y no disponía de tantos ahorros. No te preocupes la boda la pagan los invitados, suelen regalar el importe de su cubierto.
Las invitaciones vete hasta la imprenta Barrera, trabajan bien y tienen buenos precios además de ser puntuales, también me acerqué.
El vestido pásate por Marietta boutique, mis hermanas lo compraron allí y son espectaculares. Pues sí, me pasé, confieso que nunca había imaginado mi boda, mucho menos mi traje, pero los del escaparate y los mostrados en su interior estaban trasnochados además de súper caros. Quedaron en avisarme cuando llegaran modelos más actuales.
En cuanto al viaje de novios ese lo pago yo (menos mal pensé) nos iremos a New York, es un antojo que tengo desde pequeño, acércate por la agencia de viajes Tour Malen e infórmate, que dure una semana con un par de excursiones y el hotel Regentt con vistas a Central Park. Como soy muy disciplinada, también me acerqué, pregunté y quedé en volver para escoger fechas.
Tengo que decir que mi futuro marido es de lo más organizado, con ideas súper claras y con dotes de ordeno y mando. No sabía si esto último me iba a gustar, pero tan rápido iba que apenas tuve tiempo de procesar y pensar. Lo que nos quedaba era nuestro nidito de amor, lógicamente también lo solucionó. He encontrado un chollo, dijo. Rubén me ha contado que se marcha a Australia con un contrato de diez años y nos deja su piso en el centro, el único alquiler son los gastos de luz, agua y comunidad, porque quiere que alguien se lo cuide en su ausencia y qué menos que nosotros. Ya claro, el pisito está a dos manzanas de tu trabajo, pero yo tengo el colegio en la otra punta de la ciudad. No te preocupes, volvió a decir, hay un autobús que para delante de casa y te lleva directo hasta el colegio. Respiré profundamente viendo que todo lo controlaba y todo lo tenía pensado. ¡Qué detallista!
Le hice prometer que no diría nada a nadie hasta tener fecha y todo comprometido, no quería tener a familia y amigos encima preguntando insistentemente cuando era la boda. Menos mal, me hizo caso e inicié los trámites. Primero la fecha en la iglesia con su correspondiente cursillo prematrimonial, después reservar restaurante. Las invitaciones debían ser las primeras, sólo quedaba mi traje escogido por catálogo y faltaba confeccionar. El viaje también era cosa mía, al día siguiente de la boda volaríamos rumbo a New York, un porrón de horas de vuelo para disfrutar de una ciudad mágica.
Inesperadamente comencé a pensar si nos iría bien como pareja, nunca habíamos estado veinticuatro horas juntos, nunca habíamos dormido juntos fuera de nuestras casas y nuestra relación se nutría de besos, abrazos y caricias, empezando a preguntarme si seríamos compatibles como esposos. La inquietud anidó en mi corazón, aunque lo olvidaba en cuanto nos encontrábamos mostrándose feliz y dichoso pensando en nuestro futuro próximo.
Una noche la almohada me aconsejó adelantar el viaje a la boda, estando una semana juntos y lejos de casa comprobaríamos si éramos compatibles. Utilizaría cualquier excusa y con lo entusiasmado que estaba no creía que pusiera pegas. Hablé con la agencia y lo adelanté dos semanas, teníamos todo ok, solo faltaba hacer la solicitud del visado. Sabía que aquella tarde él estaría en el piso para supervisar si necesitábamos comprar algún electrodoméstico, vajilla o ajuar de cama. Me presenté sin llamar al tener llave, abrí sigilosamente para darle una sorpresa. En el hall de entrada oí ruidos que provenían del dormitorio. Me acerqué de puntillas, la puerta estaba abierta de par en par y sobre la cama Alex en pulguina encima de Rita la ex de Rubén, ambos jadeando, gimiendo y contoneándose al ritmo de su orgasmo. Avergonzada reculé, haberlos pillado me sabía mal, salí en silencio tal como había entrado, ni siquiera usé el ascensor para que nadie me viera. Bajé las escaleras en shock, no sé cómo no me maté. En la calle cogí el bus hasta casa, durante el trayecto no cesaba de oír jadeos, gemidos, tanto fue así que más de una vez miré a mi alrededor por si me seguían.
Apenas cené aquella noche, quería llorar sin conseguirlo, como si me hubieran quitado una losa de encima, me sentía más ligera y no entendía el motivo. No pegué ojo en toda la noche, la más larga de toda mi vida, estaba en shock y no lo sabía. Al día siguiente como si nada le llamé para pedirle datos y rellenar el visado, presenté las solicitudes y seguí como siempre. Al cabo de una semana desperté sabiendo cuál iba a ser mi siguiente paso en la relación. Llamé a todos para anular las reservas, increíblemente me sentí todavía más ligera ¡teníamos que hablar!
No tuve tiempo a comentarle nada porque la chica de la agencia llamó recordandome que pasara a recoger los billetes ya que el viaje era dentro de dos días. ¡Se me había olvidado! Bueno, debía convencerle de ir y en el viaje hablaríamos largo y tendido. Llamé a mi prima Anuska por si necesitaba ayuda, llevaba dos años en la City trabajando en un banco español. Conseguí convencerle que el hotel nos había ofrecido cambiar las fechas sin coste alguno, al tener lleno debido a una convención internacional de médicos. Tragó, hicimos las maletas y nos embarcamos en el avión. Entre los nervios de ambos y la ilusión del viaje nos relacionamos como siempre, fue cuando me di cuenta que le amaba, le adoraba, estaba enamoradisima de él, no quería perderle por nada del mundo. Convencida que su amor era lo que más me importaba.
Llegamos al aeropuerto de New York, recogimos nuestras maletas para pasar la aduana, en la cola se interpuso una pareja mayor, yo iba delante y pensé dejarles pasar, pero él me dijo que siguiera, nos veríamos fuera. Pasé la aduana y salí a la zona de llegadas, detrás lo hicieron la pareja y cuando me volví para verle, estaba siendo conducido por un policía al interior de la zona de aduanas. No me preocupé porque se defiende muy bien con el inglés, sería algún trámite aleatorio y nada más. Esperé en la terminal durante tres interminables horas, mandé wasaps, SMS, llamadas y no tenía contestación. Cansada y hambrienta supuse que habría salido por otra puerta, esperándome en el hotel. Cogí un taxi y me planté allí. El recepcionista me informó que aún no había llegado, angustiada dejé la maleta en la habitación, bajé a comer algo y llamé a mi prima contándole lo que pasaba.
Ni ella ni yo conseguimos contactar con Alex, no quería llamar a su casa para no alarmarles, imaginamos que se encontraría bien y nos pusimos a disfrutar de la ciudad llevándome a lugares emblemáticos de Manhattan. La cama era King size, quedándose a dormir conmigo en el hotel, la visión del Central Park cada mañana era una maravilla, reconozco que me olvidé de Alex durante esos días. Cuando por fin regresé a casa, al encender el móvil compruebo con asombro que tengo un montón de mensajes de audio de Alex además de unas cien llamadas de teléfono. Me había olvidado de poner el roaming y no había llegado ninguna.
Una vez instalada en casa de mis padres, llamo para ver cómo esta y lo que había pasado. Menuda bronca me echó, gritando, insultando y diciendo que me iba a denunciar y lo iba a pagar muy caro. Tan relajada estaba que respondí educadamente, pedí me contara que le había pasado pues estuve horas en el aeropuerto esperándole, también en el hotel, muerta de miedo y llorando al no saber dónde estaba ni que le había pasado. Por supuesto no dije nada de Anuska ni de las excursiones, no era el momento. Al parecer su visado estaba mal cubierto y alguna respuesta decía que estaba pensando matar al presidente y que sufría de sarna y viruela del mono. No daba crédito, le juré y perjuré que no había puesto nada de eso, pero no me creía. Furioso rompió conmigo porque además se enteró de la cancelación de los planes de boda en la iglesia, restaurante y demás. Desconocía cuál era mi juego, pero no le importaba, quería que le devolviera la sortija y las llaves.
No habiendo vuelta atrás quedamos en el piso para entregárselo todo unos días más tarde, justo el día que se suponía nuestra boda, nos reencontramos. No parecía más calmado, al contrario, seguía hecho una furia, estuvo dos días en una celda como un delincuente hasta que pudo comprar un billete de regreso, apenas le dieron de comer y no se pudo asear, sin saber la causa hasta que le dieron copia del visado y lo leyó. Enfadado como estaba pedí perdón, por supuesto podía denunciarme, pero antes de despedirnos le rogué que me escuchara, aunque sólo fuera por que aún le amaba, aunque no lo creyera.
Expliqué que estaba enamorada, que él había ido muy rápido en todo el proceso y apenas pude asimilarlo. Íbamos a casarnos sin haber compartido ni siquiera un día entero juntos y tenía dudas sobre cómo nos llevaríamos después de la boda. Pensé que adelantar el viaje con cualquier excusa sería buena idea para disfrutar de una convivencia y confrontar nuestros caracteres, por eso cambié la fecha. En la agencia me instaron a cumplimentar el visado al ser necesario para entrar en Estados Unidos, como sabía que estabas en el piso vine hasta aquí para darte una sorpresa, pero me la llevé yo al verte follando a Rita en la que iba a ser nuestro lecho conyugal. Los jadeos y gemidos vuestros me duraron días en mis oídos además de la visión continua de vuestros cuerpos desnudos. Estuve en shock, en ese estado seguí actuando como si nada hubiera pasado, rellené el visado, quizás puse algo que no debía, pero ya te digo que estaba en shock. Días más tarde me di cuenta de la gravedad de la situación decidiendo anular la boda, quería hablarlo en persona, debíamos aplazarla hasta que decidieras si querías más a Rita o a mí. Pero llamaron de la agencia para recoger los billetes, pensando que el viaje sería una buena oportunidad de hablar y razonar cual era nuestra situación. El resto ya lo sabes, pasé muy mala semana, malcomí y no paré de llorar por tu ausencia, ahora comprendo cual fue el problema y te pido perdón.
Pudo denunciarme, pero el tirarse a Rita iba a hacerse público si lo hacía, el hacerme la victima de algo me valió. Ese día me di cuenta de lo tonta que había sido, me dejé manipular sin apenas pensar, no se le pasó el cabreo y nunca más me habló.
Inesperadamente Rubén regresó enseguida de Australia porque en las antípodas no se encontraba muy a gusto, vendió el piso a Alex y según ciertas lenguas lo ha convertido en un picadero, claro tan cerca de la oficina le resultará más fácil.
En cuanto a mi confieso que tuve boda, más discreta y menos pomposa, vivimos en una casita a las afueras y estoy embarazada de mi primer hijo, estoy segura que Rubén será un padre estupendo.
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