Gracias Pichilemu - Marian Muñoz


                                         Resultado de imagen de pichilemu

 

 

 

Nuestra relación iba como la seda, dicho vulgarmente me había lanzado a la piscina sin bañador y sin manguitos, estaba completamente enamorado, flotaba en el aire al estar con ella, una mujer de bandera me admiraba y amaba locamente. Tras un año de noviazgo le propuse matrimonio y aceptó, a mí, un ratón de biblioteca regordete de mediana estatura emparejado con una superdeportista, tan pronto cogía la bici de montaña, como navegaba en canoa o hacía surf, con cuerpazo de quitar el hipo envidia de amigos y vecinos.

A pesar de tener ideas modernas me pidió llegar virgen al matrimonio por eso de mantenerse pura y entregarse solamente a mí, me extrañó bastante ya que hoy en día pocas mujeres piensan a la antigua pero no iba a poner pegas a su única exigencia, es más me parecía de mucha sensatez y lo comprendí perfectamente puesto que mi familia es muy religiosa. Lo teníamos casi todo planeado, su padre tenía un piso que nos regalaba y arreglaba para vivir de casados, incluso habíamos pensado en tener tres hijos y un perro que dan mucha alegría, teníamos la fecha de la boda, las invitaciones enviadas, los trajes encargados, el banquete reservado en el restaurante Benarés, su comida un poco fuera de lo común pero era un homenaje al motivo de nuestra relación al aparecer por la biblioteca donde trabajo buscando libros de esa ciudad India, a partir de ahí entablamos conversación, le interesaba la espiritualidad que emanaba aquel lugar tan lejano conociendo mejor la cultura y las costumbres de sus gentes. Alguno pensará que es una idiotez en nuestra sociedad actual pero el espíritu es una parte muy importante de nuestra naturaleza humana y hablando sobre ello sentimos atracción mutua, a pesar de mi palmarés como hombre solitario y de costumbres rutinarias conseguí embarcarme en una casta relación amorosa.

La única discusión que tuvimos fue motivada por la fecha de la boda, sin por San Mamés o por San Mamerto, porque en el resto estábamos de acuerdo, bueno en todo no, aún nos quedaba por encargar el viaje de novios y ahí empezó el problema. Debido a los gastos que estábamos afrontando tenía claro que el viaje sería a algún lugar de España, como mucho a Portugal o al sur de Francia, ya que prefería no coger un avión al tenerles miedo y no querer confesarlo, pero ella nada más entrar en la agencia de viajes y ver un gran poster con una playa paradisíaca llena de surfistas, dijo ¡ahí!, y ahí fue cuando empezó todo el lío, porque esa maravillosa playa estaba en Pichilemu ¿Qué dónde está? Pues en Chile. ¡Que no! ¡Qué sí! ¡Piénsatelo bien! ¡Será muy caro! ¡Está muy lejos y habrá que coger más de un avión!

Ciertamente la arena muy blanca, las olas terribles de altas ¿pero qué voy a hacer allí si no sé surfear? Ya, tomar el sol y beber piña colada lo puedo hacer también aquí en La Concha, en Riazor o en el Sardinero, qué necesidad hay de coger un avión para surfear o tomar el sol. Bueno pues lo que hasta ese momento fue una relación maravillosa que iba sobre ruedas, éstas se pincharon sin posibilidad de ponerles parches. Rompió conmigo llamándome tacaño y otras lindezas que prefiero no relatar, volviendo a recuperar mis rutinas de soltero solitario aguantando a mis amigos llamarme tonto por no haber podido conservar una novia como ella.

Andaba con algo de depre por la ruptura cuando al pasar por delante de la cafetería Robles la veo sentada en una mesa con una mujer al lado, no sabía quién, pero comprobé que no había perdido el tiempo pues se prodigaban en besos y abrazos que no parecían de amigas. En mi cabeza empezó a crecer la duda de si su actitud casta hacia mí era por algo más que por salvaguardar su virginidad, me sentí utilizado, estafado pero también aliviado de quizás haber llegado a ser cornudo sin enterarme, ya me parecía que era mucha mujer para un tipo como yo.





 

 

 

 

 

 

 

 

                                                            Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.