Tercer tiempo - Esperanza Tirado




No los puedo dejar tirados. Están sentados en un bordillo, con las bufandas colgando, las camisetas sudadas y los ánimos por los suelos. Son del otro equipo. El autobús se marchó antes de la hora fijada, y ya no hay taxis en la parada. Podría pasar de largo con el coche, celebrar la victoria en silencio. Pero algo en sus caras me detiene. Bajo la ventanilla. “¿Os llevo?”, pregunto. No dudan. 

En el camino, hablamos de fútbol, de lo caro que está todo y del madrugón que nos arrastrará durante la mañana del lunes.