Cuando fui capaz de hacer una “parada” en mi vida, observarla sin prisa, desnudar mi ser de las capas de cebolla que cubrían mi alma, entonces comprendí.
Fue el encuentro de algo olvidado y que aletargado se refugiaba en mi subconsciente.
Comprendí que en este discurrir del tiempo, en este paso por la tierra, todos venimos a experimentar la realización de una misión, una tarea que impregnará todo aquello que existe porque los vínculos y lazos entre todo y todos son una realidad palpable y evidente más allá de nuestra ceguera…ese famoso “efecto mariposa”.
¿Realizar algo que hemos pactado antes de encarnar?...Tal vez. ¿Descubrir cuál es la emoción que la escuela de la Tierra nos brinda para aprender y crecer en ella?...Quizá.
Y supe cuando rompí el velo de la inconsciencia, que esa emoción era el amor. Siiiiiii, el amor, ese gran desconocido que hemos maquillado y enrarecido y al que hemos suplantado por algo que en nada se le parece.
Por primera vez me importaron con prioridad todas esas cuestiones que en la cotidianidad las aparcas, las espantas si llegan a tu mente o a tu corazón. Asuntos materiales, de supervivencia primero y de progreso dentro del sistema después desgastan todo el interés y la energía de tus días. Y las ganas, las ilusiones, los sinsabores…la existencia.
Con las necesidades básicas sobradamente cubiertas, la escala por esos derroteros, me conducían al vacío y la insatisfacción.
La sabiduría del Universo, como un regalo inapreciable porque suele doler, sacudió mi vida y su falso confort. Y el camino cambió de dirección. Comenzó la búsqueda de la esencia del existir.
Movimientos que llegaron a marearme en ocasiones, sucesos dolorosos y otros alegres y gratificantes, la intención y voluntad de alinearme con los dictados del corazón me llevaron a lo más conveniente que en nada es afectado por lo que llamamos bueno y malo. Descubrir, comprender, sentir, aceptar, transformar…otra manera de vivir
Y me enamoré, me enamoré de la vida, me enamoré del amor. Buscándome me encontré. Autobservación y aceptación sin juicios, transformación sin enfrentamientos.
Y comencé a contar la aventura. A menudo desde el silencio de la acción y cuando hablo buscando afanada la palabra precisa. Así nace esta narración y las que vendrán.
La primera premisa y premisa mayor para comenzar el maratón y por esa influencia que mi yo ejerce y ejerció sobre el Todo Somos Uno, es pedir perdón a todos los que unas veces consciente y otras inconscientemente manipulé en su camino. Perdón por faltar al respeto de las elecciones, los aciertos y errores en la vida de otros. Por creer que mi verdad era la única verdad.
Desde la independencia, el desapego, la libertad propia y ajena, individual y colectiva, en esa intención comienzo otro ciclo de mi historia, de nuestra historia. Desde el aprendizaje del Amor.
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