Ahogado en la laguna recuerda el brillo de sus ojos de tigresa, el sabor del carmín de sus labios mezclado con el amargo de la ginebra, el susurro de su seductora voz al oído invitándole a subir a la habitación del casino, las curvas de su cuerpo firme e interminable. Una noche de pasión y alcohol. Su plan de cumpleaños perfecto. Salvo por el agujero que ahora decora su cráneo.
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