Abril no es mes para enfermar - Marga Pérez

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A esperar. Venir a urgencias es un ejercicio de paciencia. ¡Pobre abuelo!. Cada vez se pone más nervioso. Es incómodo no poder ir al baño pero está genial. Es tan mayor… Algo tiene que tener.¡Pobre! Cada cosina nueva que surge ve la muerte más cerca. No me extraña que se ponga así. La semana pasada vino mejor. La abuela lo habría tranquilizado, si estuviera…

¡Cómo está ésto ! Si sacasen unos rebujitos… olé, olé. Se me hace familiar ese llanto. El niño no para. Camarón. Guitarra rasgada. Soleares. Alegrías. Tientos. Huele a azahar… ¡qué coño! Huele a hospital ¡Cómo estoy!. Tomaría un rebujito sin pensarlo, ahora mismo. No sé cuánto me tocará estar aquí. Olé, olé. Mañana estreno vestido y mantón. Zapatos los de siempre. Cómodos, cómodos. Qué razón tenía la abuela. Tu vete cómoda de pies. Si aprietan los zapatos se acorta la feria. Y vaya que si se acorta. Descalza llegué a casa. Agua con sal. Ampollas. Nunca más…

Esto no cambia. Entran y entran. Salen menos. O eso me parece a mi. Hoy lo llamaron rápido. Venía tan nervioso...¡Pobre! Si no fuera por mi. Abuela, yo lo cuido, descuida. Se fue tan triste por dejarlo solo. Sin sus cuidados. Qué va a hacer solo sin mi. Mientras moría se iba poniendo triste por el. Yo la quería mucho… El abuelo no se queda solo. Me tiene a mi…

El tiempo no corre. Estoy aquí desde sabe dios cuánto. En la misma silla. Sale el niño con un brazo escayolado. El que lloraba. El que me llevó al cante, a la feria. Con traje de flamenca lo espera su hermana. Olé. Olé. Mi vestido cuelga de la lámpara. Esta noche feria¡Pobre abuelo! Lloraba solo en el baño. Entre sueños, lunares y sombras de volantes, lo oí. Cómo me asusté. Pensé que era él el que colgaba de la lámpara. No me acordaba del vestido. No me acordaba de la feria... Abuela, si estuvieras aquí. Sabría qué hacer. Estarías aquí conmigo. Sabría qué es lo mejor.

Señorita hace mucho que mi abuelo entró. No sé nada de él. Espere que ya pregunto. Una mujer con un ojo a la funerala espera. Llora sin disimulo. Sangra por la boca. Por la nariz. Retuerce un pañuelo sucio. Pasea. Le sobran nervios. Le faltan dientes. Pasea. Retuerce el pañuelo. Llora . Mira por los cristales. Tiene miedo. ¿No saldrá el abuelo? No sé qué hace esta en el ordenador. ¿Será que está ahí metido?. No me dice nada. Habla con la mujer que llora. Le pregunta cosas que no sabe. Se agita. Escribe y escribe. Oiga, mi abuelo. No sé nada de él. ¿Qué pulsera le han puesto?. No sé , una. ¿De qué color?. Ah, blanca. No sale por aquí. Sale por detrás. Siga la linea del suelo. Podrían avisar. Llego. Me siento. Espero. Espero y espero y podría seguir esperando. ¿Hasta cuando?.¡ Menos mal que pregunté! Podría hacerme vieja sentada en urgencias. Sigo la linea blanca del suelo. Bajo escaleras. Abro puertas. Subo. Cierro ascensores. Pasillos kilométricos. Camino. Camino. La linea blanca sigue frente a mi. Me asalta un olor... Máquinas. Personal enfundado en goma azul. ¡Qué calor! Huele a limpio lavandería. Vapor. Condensación. Desinfección. Vacío y triste cuelga de una percha un vestido de flamenca. Olé. Olé. Entre sábanas y toallas baten palmas. Alegrías. Sevillanas. Abril no es mes para enfermar. Mayo tampoco. Ni Junio… Bueno, ninguno. Si éso noviembre. O Enero. Después de Reyes ¡claro!.

La linea blanca baja las escaleras. Bajo con ella. Un tramo. Dos. Tres. Oscuridad. Silencio. Aroma de inframundo. Dos grandes puertas impiden que siga. La linea blanca se pierde bajo el metal. Están cerradas a cal y canto. Toco con los nudillos. Nada. Golpeo con las manos. Ladrando se acerca en perro. Alguien habla con el. ¿Me puede abrir?. Golpeo. Suplico. Un mal encarado abre. Sujeta un perro negro con una cadena. Me retiro instintivamente. No deja de ladrar. Impide con fuerza que salte sobre mi. Señalo el suelo. Sigo la linea blanca. Aquí no puede entrar. Me espera mi abuelo. Vete. Tu abuelo no te necesita. El portazo no acalló al can. Los ladridos se alejaron tras la puerta. Paso a paso. Retrocedo por la linea blanca. Busco una salida. Alguien a quien preguntar. Una puerta. También valdría una ventana. Al fondo del pasillo veo una luz. Llego a un ventanal. A través del cristal entiendo. Es el final de la linea blanca. De los acompañantes. En el foso esperan cuerpos plastificados. Un camión arranca. Bolsas blancas esperan su turno. Bultos. Otro camión se acerca. Tras los cristales del foso mujeres. Solas. Hombres acompañados. Caras de sorpresa. Ojos. Estupor en la boca de un niño... Lloro. Sin ruido. El camión arranca.

Esta noche feria.

Olé. Olé


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