No los puedo dejar tirados. Están en el andén, bajo la lluvia, con las mochilas empapadas y los
ojos llenos de preguntas. La niña aprieta la mano de su padre, que disimula su nerviosismo
fumando su última cajetilla. El tren silba a lo lejos. Yo tengo billete, ellos no. Podría subir, cruzar
la frontera, ignorar que he visto su situación desesperada. Pero la mirada de esa niña me
sigue.
Me doy la vuelta, camino hacia ellos, les entrego mi billete. Veo cómo se aleja el tren.

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