Martes y trece - Pilar Murillo

                                        Sponsored image

 

Como cada mañana me levanté sin saber en el día que vivo, bueno decir esto es generalizar bastante, pues a veces, por lo que sea, ya por poner la radio o ver televisión, o fijarme de verdad en el móvil, sé la fecha en la que me encuentro. Por lo general me acompaña una despreocupación y una falta de interés en todo lo que es el paso del tiempo. Porque debe estar instalado en mi subconsciente que el paso de los días hace que mi cuerpo se oxide lentamente. Bueno estas son mi elucubraciones.

Como fuere yo no sabía qué día de la semana ni que fecha era. Me preparé un café y antes de nada la taza se me resbala de la mano y se rompió en mil pedazos, fui a barrer y el mango de la escoba se salió, estando agachada me levanté y me di un golpe en la cabeza con la mesa de la cocina.

¿Qué me estaba pasando? Entonces cogí mi móvil y vi que era martes trece. “Ni te cases ni te embarques” dicen las tradiciones. ¿A qué es debido este cumulo de acontecimientos nefastos? ¿Sólo porque en martes y trece dicen que se tiene mala suerte? Martes es Marte, el dios de la guerra romano y un martes trece dicen que se produjo la confusión de las lenguas en las torres de Babel. ¿Y ya está? ¿Me voy a quedar con explicaciones que no son ciertas más que en las tradiciones orales?

Poniéndome a analizar, me di cuenta de que todo lo que me había pasado había sido por la falta de sueño, por una falta de ganas de levantarme y hacer nada y cuando eso ocurre es fácil que te ocurran accidentes caseros.

Un martes y trece es como cualquier otro, si quieres atribuir la falta de tu concentración a una fecha porque tradicionalmente alguien dijo que daba mala suerte, seguirás sin evolucionar. Yo voy a avanzar.

 

 

                                                    Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.