A disfrutar de la cerveza, pensó mientras se acomodaba en la terraza de su bar de siempre, justo frente a una obra que llevaba meses de retraso, prometiendo su finalización y una nueva plaza con ambiente relajado.
El camarero le dejó la caña con desgana y ella la recibió como quien abraza una tregua.
A su lado, una pareja discutía sobre cortinas, alguien hablaba a voces por el manos libres y un niño gritaba por un juguete inexistente.
Dio un sorbo y cerró los ojos, saboreando su ciudad, envuelta en el caos de las obras eternas.

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