Desde mi atalaya contemplo la naturaleza en todo su esplendor. En mi vejez prematura me doy cuenta de que /he cometido el peor de los pecados que uno puede cometer... No he sido feliz/. Y, lo que es más grave, he hecho infelices a cuantos me rodeaban.
Por eso dejé mi tierra y caminé, crucé ríos y subí montañas. Hasta que llegué a este lugar; entre el cielo y la tierra, donde nada había. Solo la inmensidad de la Naturaleza, agua fluyendo entre montañas y el Cielo. Algo mágico.
Y quise hacer algo bueno. Y con las rocas y mi sudor construí un techo bajo el que cobijarme. Lo llamé Puerto Blesnu. Como el tiempo me sobraba seguí mi tarea. La montaña me acompañaba en cada paso. Hasta que mis fuerzas me abandonaron y no fui capaz de cargar una piedra más.
Ahora contemplo los tejados de pizarra de las casas de piedra que se alzan hacia los cielos. Me siento vulnerable, infeliz. Y sólo. Quizá debería comenzar en otra parte... O buscar refugio en otro ser humano.
/Frase de Borges en negrita/
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