Cosas de abuela - Marga Pérez

 

 

 

 

 

 

                                    Madre e hija haciendo selfie en salón

Cuando aquel adolescente piojoso de rastas y aspecto tuberculosín me espetó hace unos días lo de puta capitalista desde la entrada de la piscina, no le di ninguna importancia, pero debería habérsela dado. No, no porque crea que tiene razón. ¡Qué va! ¿Acaso soy capitalista por vivir en una urbanización con piscina? Pues no. Yo sé que no lo soy y lo que piensen los demás me trae al pairo. Lo de puta es que ni me lo planteo… a la vista está lo que soy y lo que no... Debería habérsela dado porque sin comerlo ni beberlo lo tuve que aguantar sentado a mi mesa… Siii ¡Un desalmado! éso es lo que es. Me importa un cojón que me hubiera insultado, que lleve rastas y además que tenga cero modales pero Rosina no se merece un tío así al lado. Quince años. Un encanto de cría y educada con lo mejor de lo mejor… Abuela, puedo traer a un amigo a comer, quiero que lo conozcas, es muy especial, me dijo emocionada y nerviosa. Hasta se puso colorada… Con Rosina siempre tuve una relación estupenda. Fue la primera de los nietos y su madre echaba mano de mi, muy a menudo, para ocuparme de ella. Creamos un vínculo difícil de definir pero confiábamos la una en la otra como si fuéramos sólo una, os lo aseguro. Para mi era transparente y ahora va y sale con éstas… Por supuesto que le dije que si y además estaba ilusionada viendo cómo mi pequeña crecía y se iniciaba en el mundo adulto con rubor adolescente.

Saqué el mantel de hilo, la vajilla buena, las copas de mi madre y hasta puse un jarrón con flores naturales para hacer más bonita la mesa… Cuando abrí la puerta no lo reconocí pero su mirada altiva y desafiante lo delató… ¡puta capitalista! Parecía que decía una y otra vez mientras Rosina se desvivía por hacer agradable una visita que no podía serlo y éso que ninguno de los dos nos dimos a conocer ni mencionamos el incidente, pero los dos sabíamos quiénes éramos y cómo nos habíamos conocido.

La conversación discurrió, con el arrobo de Rosina en su persona, por las típicas chorradas adolescentes con tintes de idealismo trasnochado, pseudo filosofía barata y justicia social basada en bulos, desinformación y prepotencia. ¡Mucha prepotencia! Qué desvalida la vi a su lado. Era una cría, sin hacer, sin ideas propias y el creía que se lo sabía todo, que la verdad y el eran una misma cosa y que a todo tenía derecho por el mero hecho de existir...

Cuando se fueron los vi felices, iban metidos el uno por el otro, mirándose a los ojos embobados, sin volver la vista atrás para nada, ni para decir adiós a la vieja chocha de su abuela… se me encogió el corazón . No sé por qué . Me encontraba fatal.

Me fui a la piscina, a esa hora no solía haber nadie. Necesitaba soledad. Estaba hecha un lio y no sabía qué hacer... Sopesé todas las posibilidades y nada… Una cría enamorada rompe primero con su abuela que con su novio… si hablo con su madre, malo, pierdo su confianza. Si hablo con el piojoso, peor, somos de dos mundos, no nos entendemos… ¡Qué tranquilidad! Sonido de pájaros y del agua que borbotea al entrar en la piscina… … … … Me dejé llevar por la paz del entorno… … … ...

Y ¿por qué pienso que tengo algo que hacer?… Parece que la vida no me enseñó nada y no es verdad… La que tiene que hacer es ella , yo sólo tengo que dejar vivir y estar cerca para cuando me necesite, acompañarla, quererla y ayudarla a recomponerse cuando venga con el corazón hecho añicos, que vendrá… Cómo le haga daño no sé qué le hago… Uff con lo sencillo que sería un poco de cianuro en el postre y... adiós piojoso… ¡¡Ten nietos para ésto !! despiertan lo peor que llevamos dentro… Bueno, y lo mejor.

 

 

 

 

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