Recorro su cabecita con mis membranosas manos y se remueve entre sueños. Quizá él no sea como su padre, sé que odia las espadas. Yo también las odio. Debido a una yo no conocí a mi padre. Su padre lo mató y lo hicieron santo. O quizá fue por otra cosa. Esa parte oscura nunca se cuenta. Quisiera cumplir lo del ojo por ojo, pero mi madre no me educó para ser vengativa. Espero al lado de la cama, velando su sueño. Me gustaría que algún dia pudiÉramos ser amigos. Pero las leyendas son como son.
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