La rueda gira pero el hámster está muerto - Marga Pérez

                                    10 manicuras de uñas para Navidad - Hogarmania 

 

 

No sabía para qué me llamaban. Estaba nerviosa, lo reconozco. Presentarme en las oficinas de Hacienda me inquieta siempre. Igual son cosas mías pero percibo a menudo que desconfían de mí. Que intuyen que les oculto algo, y no van desencaminados. Soy reacia a pagar todo lo que me piden. No entiendo que tengamos que ser siempre los mismos los que mantengamos el sistema mientras que los poderosos se evaden, se esconden en paraísos fiscales y pagan a abogados que conocen todas las triquiñuelas para salir indemnes… Bueno, podéis entender como estaba cuando salió mi número. Me senté frente a una pantalla de ordenador que ocultaba el rostro de la funcionaria que me iba a atender. Supe que era mujer por sus manos. Tecleaba a la vez que emitía un lacónico “Enseguida le atiendo”. No me importó. Aquellas manos eran un imán para mis ojos. No podía dejar de mirarlas. Tenía unas uñas perfectas, como si acabara de hacer la manicura, todas iguales de tamaño, igualmente redondeadas, iguales de brillo aunque cada una de un color. Me maravillaron los pulgares dorados con brillantina al mejor estilo navideño. Los índices brillaban en azul. Una fina raya blanca las dividía dejando una parte lisa y la otra con minúsculos lunares blancos. Los corazones se dividían entre el dorado brilli brilli y el verde con decoración roja imitando el acebo florido. Los anulares combinaban los mismos colores pero al revés, primero el verde acebo y luego el llamativo dorado. Y los meñiques combinaban el azul con pintitas doradas y el dorado liso… Una auténtica obra de arte. La verdad es que me tranquilizó. Una funcionaria con aquellas manos no podía ser una amenaza. Denotaba una personalidad rebelde, sensible, al margen de convencionalismos, sin miedo a saltarse las normas… Cuando salió de detrás de la pantalla supe que me había equivocado. ¡Ya no saben qué hacer para pillarnos desprevenidos!

 

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Intercambios - Esperanza Tirado

                                          Libros

 

 

Libro, antiguo inquilino en estantería decorativa, busca nuevos lectores. Ofrece lectura muy amena y argumento medianamente original. Si no gustara se devolvería el dinero. También se propone como ejemplar de bookcrossing. Cruzar el charco siempre ha estado en su índice de materias por explorar.

Lector interesado en conocer otros especímenes lectores fuera de su entorno laboral y familiar. Aficionado a la historia y a la novela negra. Con posibilidad de ampliar variedad de géneros a compartir.

Escritor en crisis, aquejado con el síndrome del impostor, solicita opinión de antiguos lectores que validen sus obras previas. Su musa le ha abandonado llevándose consigo la promesa de una nueva historia.

Relato largo con argumento aún por desarrollar y con ínfulas de novela, se postula para aterrizar en una cabeza pensante con ideas claras y visión de futuro comercial.

Vendedor de mercadillo oferta libros descatalogados y de viejo. Precio a convenir con los compradores. Esperando se conviertan en lectores propensos a la caza de antiguos y nuevos libros.

 

 

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Cantamancha - Marian Muñoz

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De donde no hay no se puede sacar” siempre me lo decían y era la mejor definición posible de Merchina. Comparto habitación con ella en el geriátrico, bueno lo de compartir es muy generoso porque hay sentimientos que desconoce.

De niña fue rebelde, de joven peleona y de adulta una contestaria, en su vejez es un duende provocador que enfada al personal trabajador y a todos los residentes porque no atiende a razones.

Siempre ha hecho lo contrario de lo que le decían o debía, llegó hasta 1º de la ESO porque de tanto repetir cursos en mitad de ese cumplió los 16 y se largó. Un problemón en casa, aunque lo puso fácil al escaparse y desaparecer durante 10 años. A su regreso la familia había conseguido olvidarla y ser felices sin la preocupación de cuál sería el último quebradero de cabeza que causara, así que al no ser bienvenida se quedó más tiempo del deseado por sus padres.

La pillaron varias veces durmiendo en el cajero de un banco siendo fichada por la policía y la guardia civil. Por un hurto un juez la envió a la cárcel intentando mantenerla en una celda, pero su comportamiento era tan contrario a una convivencia pacífica que decidieron internarla en un psiquiátrico, craso error porque salió tal cual entró, pero dejó tras de sí un reguero de bajas por depresión o ansiedad, no era persona grata de tratar y volvía loco a quien se la cruzaba.

Sin embargo, he de reconocer que algo hizo bien, se quedó embarazada siete veces y al término de sus siete embarazos fue a parir a un hospital cediendo en adopción a sus siete hijos de los que nunca quiso saber nada porque ni tenía tiempo de ser madre ni quería que vivieran con una persona tan contradictoria como ella. En su mejor época conseguía trabajos esporádicos que no conseguía mantener porque las normas de horarios, actividad o respeto no iban con ella, era lo que hoy en día llamamos una antisistema, iba en contra de todo lo establecido, pero no por una razón, porque no razonaba, sino porque en su interior no soportaba lo que otros dictasen o decidiesen, fuera lo que fuese.

Un frío invierno de nieves acabó con sus huesos (porque en eso se había convertido) en el hospital, donde tras recuperarse quedó bastante tocada su energía y aceptó ser ingresada en una residencia de ancianos, llegando un buen día hasta la otra cama de mi habitación. A pesar de sus años y su flojera física su personalidad no había mermado ni un ápice, creciendo en la oscuridad de la noche al abrigo del silencio, paseaba por el recinto manchando todo con los polvos de talco, otro día con las cremas o aceites corporales, derramando sal o azúcar. Si pillaba mercromina o betadine era cuando más disfrutaba. Las empleadas escondían todos los productos posibles de esparcir, entonces se dedicaba a cambiar las sillas o sillones de sitio, escondía escobas, recogedores, en una palabra, lo ponía todo patas arriba y por más que pusieron vigilancia nocturna o sensores de presencia no fueron capaces de pillarla.

Todos sabíamos quién era, porque si bien compartía habitación, debido a mis pastillas para dormir no me daba cuenta de nada. Para colmo por el día no paraba de cantar, lo hacía tan mal que todos la rehuían y procuraban estar lo más lejos posible, más de una vez intentaron que no lo hiciera, pero siempre siempre hacía lo contrario de lo que le decían, por esa razón le puse el mote de Cantamancha, no podía chivarme ya que soy la única persona a la que respeta y desconozco el motivo, como no quiero que cambie porque la temo, pues chitón, como me dijo en una ocasión “calladita estas más guapa”.


 

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Truco hueco - Esperanza Tirado

                                            Martillo y clavos  - Foto de stock de Martillo - Herramienta de mano libre de derechos

 

 

Se apresuraron con el martillo y los clavos, corrieron hacia la pared indicada y allí fueron clavando uno por uno todos los clavos hasta que no quedó hueco en la pared. Llegó el turno del segundo equipo. Cuando sacaron el último clavo, la pared se derrumbó, aprisionando a algunos del primer equipo. Ambas estrategias tenían muchos huecos, dictaminó el jurado. El premio del reality a la mejor construcción de decorados quedó desierto.

 

 

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Terapias - Esperanza Tirado

                                            Habitación, Cortina, Moisés, Bebé, Cuna

 

 

Me está encantando clavarle agujas a este muñeco. Es tan real que pareciera mi hermano, dormidito en su cuna. Mis padres piensan que tengo celos de él. Por eso me han traído a la consulta de esta señora. Es médico, dicen. Pero no lleva bata blanca ni te receta pastillas. Cuando vuelvo a casa, me acerco a la cuna, mi hermano duerme tranquilo. Mis padres parecen contentos. Y yo me voy a mi cama con la mente en blanco.


 

 

 

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Es una lata - Esperanza Tirado

                                           Vela, Mano, Luz De Las Velas, Llama

 

 


Nada más cerrar el libro cayó en su regazo una diminuta bota. A continuación otra, y después un personaje diminuto de raza mixta, dueño del calzado.

-‘¿No quieres saber más de nosotros?’ -preguntó, entre triste e intrigado.

-‘Claro que sí. Me encantaría conocer mejor vuestro mundo’ –respondió ella seria –Pero en el mío tengo responsabilidades, horarios que cumplir, un trabajo…’

No pudo seguir. Un tirón fuerte oprimió su pecho para a continuación experimentar una sensación de armonía y bienestar que la hicieron sonreir.

Mañana no tendría que madrugar.

 

 

 

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El día que nací - Marga Pérez

                                                 Orujo - Alchetron, The Free Social Encyclopedia

 

Y siguiendo sus costumbres, que nunca fueron un lujo, bebamos en su memoria una copina de orujo… ¡chin, chin! Genarín, Genarín, otro año… Y otra vez mi cumple… el día que nací, y a él lo atropellaron, era viernes santo… sesenta años tuvieron que pasar para que volviese a coincidir con mi cumpleaños… No te rías ¿eh? Hace na era como tu… sí, sí, como tú… ¿Sabes? Fue un día importante, sí señor, un dios murió y nací yo ¡ja, ja,ja! Memorable para mi, sí, también para mamá y papá y, no sé si por el mismo motivo… ¡Chaval! Lo mío de cajón, si no viviese no podría celebrarlo… ¡ja, ja, ja! Cuántos años alrededor de una mesa, con tarta, velas… una más cada año ¡claro!... ¿Por qué porras te cuento esto?... Es igual, te tocó, mañana ninguno de los dos nos vamos a acordar… aguanta, chaval, es importante, historia viva…¡ja, ja, ja! Igual ya te lo conté … apagaba las velas, cantábamos el cumpleaños feliz a voz en grito y ahí, justo ahí, empezaba mamá… justo ahí, sí, ¡cómo jodía! Empezaba con la última cena… antes del parto ¡coño! No era tan mayor… ¡ja, ja, ja! Brindemos por eso… Pues contaba cómo fuera aquella cena, cómo rompiera aguas, cómo se le repetía la morcilla… A quién se le ocurre cenar morcilla estando a punto… Y papá que no llegaba y cómo gritaba y se retorcía, y cómo llamaba a la vecina y mojaba el rellano frente a aquella puerta que tardaba en abrirse y cómo le dolía y… cómo dolía aquello… Yo apretaba las piernas oyéndola con aquel dolor que tan bien escenificaba… me atravesaba como si fuera mío. En uno de esos relatos fue cuando decidí no tener hijos… lo entiendes ¿verdad?... bueno, me importa un carajo, no quise hijos y punto… ¡Viva Genarín! Esto sí es una celebración… brindando por los cuarenta años, que no son moco de pavo… con mi cumple no aguantaron tanto, total, pa oir dolores de parto y morcilla que se repite entre gritos y reproches… Sí, porque papá no apareció aquella noche, ni al día siguiente… andaba de peregrino… ¡ja,ja, ja! Por el Húmedo ¿por dónde crees que estaba?... Pues sí, aquí, en el entierro de Genarín. De algún sitio tenía que venirme a mí esta tradición, y eso que se prohibió ese mismo año… sí, cuando yo nací fue la última… El gobernador civil ¿Quién iba a ser? ¡Hijos de su madre! ¡Franquismo de mierda!... hasta el 78 que volvimos… Fue cuando yo estaba con Jose, sí, el del bar… Cuarenta años… No me lo creo… ¿recuerdas tu primera borrachera?... yo si… ¡qué va! Fue con mis viejos y montón de familia, en el pueblo… Fue de vino tinto… vino va, vino viene ¡ja, ja, ja!... Tinto pero que muy tinto… sí, en la fiesta grande… ¡Menuda comilona!... Doce años… sí, sí, que síííí, que tenía doce años. Papá me cogió en brazos, no pude levantarme de la mesa y me acostó en una cama que olía a cuadra y a humedad… Es curioso, lo huelo cuando bebo tinto… no me había dado cuenta… ¡Ja, ja, ja! ¡qué bueno! Olor motivado por el sabor… ¡Viva Genarín! ¡Viva!...  Debería grabarlo, mañana no me voy a acordar… ¡bah! ¡Qué más da!... ¿y si mojo en coñac y azúcar volveré al chupo de bebé? Debía ser muy llorona… estarían cansados… Yo no sé qué haría con cuatro críos tan seguidos, y tres, niños, brutos brutísimos… todo el día peleando… Mamá se quejaba mucho pero… ¿coñac con azúcar en el chupo?... ¿Te queda algo? Esto no da más de sí, un trago y a repostar… Genarín, Genarín, hiciste que papá me conociese al día siguiente de nacer y no en muy buen estado pero, al saber que era una niña se alegró tanto… mamá lo perdonó enseguida… ¿Sabes? No me encuentro bien… no sé qué tengo… Me hicieron unos análisis… será la pila ¡Ja, ja, ja! La pila de años que tengo ¡ja, ja, ja! Chiste viejo… lo contaba papá… ¡Brindemos! En mi cumple ya no estará con la copa de anís…siempre me despertaba así, con una copa de anís… ¡Buenos días cumpleañera!... En cuanto salí a celebrarlo por mi cuenta se acabó… ¡Claro, no estaba para copa de anís… ni pa na! Tiene gracia, ahora, después de tantos años sin él y lo echo de menos… ¡Dios lo tenga en su gloria! ¡Viva Genarín!...  Sabes que el médico me preguntó si bebía y, sin esperar a que contestase, va y me dice, bueno, lo normal ¿no? ¡ja, ja, ja! ¿qué le iba a decir? Pues eso, lo normal… Fue todo normal, no hice nada diferente al resto… al menos no de mi familia ¿O no? Aunque tuve más suerte que mis hermanos… A la mujer de Paco no hay quien la aguante, se llevan fatal… bueno, los hijos tampoco lo aguantan a él, es imposible hablar sin acabar discutiendo… Yo ya ni me molesto, ni razona, ni escucha ni nada de nada ¡Que se jodan!... Pablo perdido sabe dios por dónde, navegando… más raro que un piojo verde y de Jorge ni hablemos, ya lo conoces, no cuaja con nadie, un juerguista, sí, como papá, con la diferencia que él, a pesar de todo, sacó una familia adelante… No me puedo quejar, Sebas es legal, siempre está ahí y eso que sabe lo que hay, yo también lo sé… no es un santo ¿sabes? y tampoco lo quiero ¡Qué aburrimiento!... ¿Y si el médico me dice que tengo algo?... ¡Qué me va a decir!... No voy a dejar de beber, mira lo que te digo, prefiero morir a tener que verlo todo color gris… A mí me gusta el rosa, sí, y las rosas, las risas, las fiestas… ¡Ja, ja, ja! ¡Viva Genarín! ¡Viva!... ¿Mañana me despiertas con una copa de anís? Es mi cumple… ¿sabes,chavalín? Viernes santo otra vez… Sesenta años sin coincidir, Genarín, chavalín ¡Ja, ja, ja! Viva la madre que te parió… hay que repostar, ya no hay gasolina… Ve tú, te espero… que sí, que de aquí no me muevo… Ya estás tardando ¿vale chaval?

 

 

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¿Dónde estás? - Esperanza Tirado

                                          Los sueños de Ambrosio: Terry un perro vagabundo


Entre el tanatorio y la oficina de objetos perdidos ladro a todo lo que se me cruza. No puedo evitarlo. Mi dueño me dejó allí, en esa encrucijada en la que quedan restos del coche en el que íbamos aquel día. A nadie le ha importado que el coche siga ahí, hecho un amasijo de hierros oxidados. Y a mí ni me miran; al contrario, me evitan, cada vez más flaco y rodeado de moscas y pulgas. Y quiero preguntar dónde está. Pero no me sale, porque solo ladro y les asusto aún más.

Le echo de menos, tengo frío y hambre, me pica todo y quiero que volvamos a casa.


 

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