El cielo en la tierra - Dori Terán

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Aunque el sol no lucia la mañana, Inés no estaba dispuesta a seguir viviendo con la pesadilla que envenenaba el aire a tiempo completo, a espacio absoluto.

Hacía ocho meses que el mal sueño fue ganando terreno en la mente y en los corazones de los hombres, en el dolor que generaban las muertes contadas a millares, a millones, en la guerra sorda entre hermanos, en las bocas amordazadas que no podían expresar nada, absolutamente nada que contradijera la versión oficial. Versión ,por otro lado, que continuamente cambiaba de argumentos, de medidas, de informes de expertos unas veces reconocidos mundialmente por sus títulos universitarios que los consagraban como sabios y otras simplemente desconocidos pero celebrados, aceptados y creídos porque el solo nombre de experto sentaba la cátedra de sabiduría y honestidad corroborable. Ah! Y los estudios, los prestigiosos estudios que también con solo decir “según un estudio” eran verdad verdadera que es lo único que puede ser una verdad pues no conocía Inés una verdad que pudiese serlo sin que su esencia fuese verdadera.

Y el miedo, esa emoción que paraliza, que impide toda búsqueda.

Hecha un guiñapo, acurrucada en el sofá, alimentando recelos y pronósticos terribles desde la televisión que en todas sus cadenas repite y compite por presentar las historias de terror más inverosímiles e inciertas. Y ese teléfono que la conecta con mensajes de whatsapp donde el morbo compasivo de tanta gente publica artículos de los periódicos colaboracionistas de esta referencia. Paginas en redes que acusan a diestro y cuando ya está confinado a siniestro y cuando ya está hundido a este y después al otro. Alguien cuelga una cuerda de una lámpara y balancea un cuerpo inerte…mientras otro alguien juega no se sabe bien a qué.

Poco se hablaba de las colas del hambre. Un hambre nuevo, no el que se ha mantenido siempre en un número considerable de la población mundial sin que nadie, incluida ella, se rasgase las vestiduras por ello. Este era el hambre de los que no pueden trabajar porque se cierran a cal y canto sus lugares de trabajo acusados de ser nidos del mal. Nidos que siguen pagando rentas de alquiler, pagos que no gastan de luz y agua, impuestos para mantener a los más espléndidamente mantenidos. Hambre y sed de justicia, hambre de pan y de paz.

Ana le ha contado que los judíos antes de ser llevados a los campos de concentración fueron cerrados en sus barrios…guettos. Seguramente en pos de seguridad, judíos peligrosos. Ana recuerda la guerra.

El día que Inés conoció a Roberto, estaba muy lejos de imaginar cuanta consciencia de vida iba a aportar a su existencia. Llevaba dos años siguiendo sus enseñanzas. Cuestionándolas, sin creencias. Guiada por el mensaje de Roberto: “…nunca creas ni descreas nada, solo experimenta…y quédate con lo que te sirva…” se había lanzado a la aventura, tal cual. Era ya el tiempo en el que la humanidad se convirtió en una y griega Y Un camino que se divide en dos y todos eligen una u otra dirección y a la elección le ocurre como a la ley, el desconocimiento de la misma no te exime de su cumplimiento y las consecuencias de que la cumplas o no. El camino implica búsqueda.

De forma consciente comprendió que ya llegó el momento. Iba a experimentar el impacto de la energía creadora unida a la de tantas personas que se sentían Uno. Despertó de una larga siesta en la que había depositado toda su voluntad e intención en voluntades e intenciones externas.

La niebla que la envolvía se quedó en el exterior. Muchas veces había sospechado que vivía en una realidad virtual que secuestraba su Yo esencial, que no la dejaba ser.

Con pensamientos, sentimientos y acciones comenzó a proyectar el mundo que soñaba y quería crear. Contaba con la fuerza y la fe en la divinidad que reside en la esencia de todos los hombres creados con polvo de estrellas y que tan sutilmente han tratado de borrar los oscuros empañándola incluso con sucedáneos como la religión. Y ahí anda experimentándolo y observándolo en su proyección creadora. Y la embarga una paz que antes añoraba, elevando la vibración de su persona y la del planeta en calidad de amor, sabiendo con certeza que los oscuros se irán un día no muy lejano a vivir a otro lugar más conveniente para ellos y sintiendo en su sensibilidad lúcida que, en algún cercano lugar del Universo, Seres de Luz nos acompañan en el experimento cuyo éxito en un futuro próximo nos permitirá celebrar el Cielo en la Tierra

 

 

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