Operación trío de ases - Marga Pérez

                    
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No sé cómo llegaron a ésto, pero puedo decir que no son tres amigos que viven juntos. Son mucho más. Son una comunidad, una simbiosis, un trío de hombres solos que se necesitan.

Andrés practica el escapismo. Huye de las decisiones vitales, de lo que le cuesta hacer, de lo que le produce dolor, de lo que le hace pensar, de lo que le haría cambiar, de lo que es … Es un experto en escapar de si mismo. Houdini, a su lado, un simple aficionado, se lo aseguro. Hablé mucho con él y con los demás.

Arsenio practica el activismo. Arregla desperfectos, discurre mejoras, rabila y hace cosas sin cesar...No sabe estar sin hacer nada. Cuando no tiene nada que hacer se queda dormido. Sea la hora que sea, esté con quien esté y en el lugar que cuadre. No lo puede evitar. Desconecta. Sólo quiere ser útil. Hacer más fácil la vida de sus amigos.

Alberto practica el buenismo.. Ve las limitaciones de sus amigos y habla con Andrés cuando escapa a su silencio. Cuando se encierra en la cama inventa algo para que se ocupe. Le peina y acicala para que no salga corriendo frente al espejo. Le acompaña cuando quiere dejar para mañana éso de vivir… Arsenio es su aliado y siempre está dispuesto a hacer lo que le mande. También lo utiliza pensando en el y que no se pase el día durmiendo...Alberto no puede dejar de ser bueno. Es feliz así. Hace lo que le gusta y está satisfecho con lo que hace. No conozco mejor persona. ¡Tiene una paciencia! El trío funciona a la perfección.

Los tres dan algo a los demás. Andrés, además de aportar la casa, canta y toca la guitarra de maravilla. Arsenio hace todo lo que sus amigos necesitan y siempre está de buen humor. A su lado todo son risas. Alberto pone el corazón, la cabeza y la bondad…Y los tres reciben, lo que necesitan para vivir y amor a expuertas, se lo aseguro.

Después de seis meses infiltrado como vecino de su tío Andrés, no puedo aportar ningún hecho que usted pueda utilizar para acreditar mala fe, aprovechamiento, manipulación o maltrato si, llegado el caso, su tío Andrés decidiese dejar a sus compañeros como beneficiarios de su herencia. En ningún momento se habló de temas económicos delante mio.

Estos meses compartiendo con ellos tiempo, confidencias, alegrías y tristezas, quiero decirle que me han hecho mejor persona . Envidio lo que juntos han creado aunque, no cambiaría mi vida por la de ninguno de ellos.

No puedo hacer un informe distinto al que estoy haciendo y ayudarle en sus legítimas aspiraciones. Espero siga contando con mis servicios profesionales.

Atentamente.

Luisa Cotina García . Detective privado


 

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Buscando inspiración - Dori Terán

                                            choosing the way

 

 


No es raro que las musas hayan huido despavoridas. El alma de Gisela no concibe lo que su mente le cuenta. Un mundo tan oscuro y corrompido que nubla cualquier ráfaga de luz. No es de extrañar que la calima canaria viaje ostentosa y soberbia imponiendo a la vista una película de polvo mísero y cínico con el propósito de emborronar la visión a todas las miradas de los hombres de buena voluntad. Poderosa y malévola impregna el aire que hemos de respirar e intoxica cada órgano que funciona en este sistema perfecto que sería nuestro organismo si no fuera por tanto veneno que nos venden como saludable.

Creaciones y entretenimientos que la élite que nos domina distribuye y proporciona sembrando el miedo que nos trae enfermedad y muerte. Salvadores se anuncian y proclaman en su tarea.

Atrás quedan en los recuerdos de Gisela aquellos tiempos donde el malvado se mostraba claramente: -“ He escogido ser egoísta como diría el padre Mariano “- solía decirle Germán muchas veces. –“ Mira, Gisela, mirar lo que le conviene a tu ombligo no es malo.”

A ella nunca le convenció el argumento, no podía entender el bienestar, la paz, el amor…si cualquier ser del planeta penaba. ¿Es que la palabra comunidad no tenía significado en el vocabulario de German?. Demostrado estaba que no. Cada día pasaba y pisaba a quien fuese necesario para alcanzar los objetivos de su felicidad. Deseos de poder, de riqueza, caprichos a cumplir. No repara en lo que él ha bautizado como “daños colaterales”…a los laterales del vecino claro!!.

No obstante y aun así en la transparencia de tamaña ingratitud, de tan cruel egocentrismo y disparatada ambición, Germán provocaba un halo de compasión y de cariño en Gisela. No era insolente, no mentía. Simplemente había elegido aquella cara de la moneda y la jugaba sin disfraz. Algo distinto se escondía en un recóndito y profundo lugar del corazón de este hombre. Tal vez la verdadera esencia del ser humano destrozada a través de todos los sistemas de años de historia incierta o sospechosamente mal contada para crear niebla en nuestra naturaleza divina y desconocida como tal. Las situaciones que se sucedieron en los tiempos de ambos, en los espacios que ella soñaba para el amor nunca se dieron. Allá en ese fondo insondable del sentimiento de German se ahogó el polvo de estrellas que somos sin saberlo. El libre albedrio elige.

Gisela se alejó y caminó en la dirección que siguen tantas personas que desde el silencio de su voz gritan con sus quehaceres el poder creador del amor que se elige cada día desde la observación interior, que se pule y se refresca desde el reconocimiento del Yo Soy. Yo soy Amor!!

Y así fue creando esa energía que un día, no sabe cuándo, envolverá a todos los seres vivos que han descubierto su misión en el planeta Tierra. La escuela para aprender amar.

Confiesa, no sin cierto rubor, que extraña a Germán. Era un malo bueno, libre y manifiesto. Hoy el trabajo de la misión se complica. Oscuridad tenebrosa que se disfraza de salvación, medios y métodos que engañan hasta el punto de hacernos colaboradores de nuestra destrucción.

Gisela camina y camina porque no hay meta, solo camino. Y las musas la acompañan y la alumbran para discernir y comprender más allá de la estudiada anestesia que nos reparten. Te has dado cuenta que Gisela brilla??



 

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Cuando no haya nadie - Esperanza Tirado

                                  

 


Su reflejo le espera, impaciente, al otro lado del espejo. Lo que ve es tan seductor que la tentación de salir de su incómoda zona de confort le gana el pulso a sus muñecas marcadas de mil y una cicatrices.

Despacio, va entrando. Le gusta lo que siente. Calma, silencio, el dolor no martillea sus sentidos…

-¡Maria! ¡Hora de cenar!

El hechizo se rompe. el dolor regresa. Ya volverá a intentarlo cuando no haya nadie que le grite.

 

 

 

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Y se fue - Marian Muñoz

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¡Sí sí, se fue! discutíamos acaloradamente y se fue, dio un portazo y la oí taconear bajando las escaleras.

Normalmente soy yo el que se va, subo hasta la ermita para airearme y cuando estoy más tranquilo vuelvo, pero en esta ocasión fue ella la que se fue.

Debido a la agitación ninguno nos dimos cuenta que estaba lloviendo, bueno diluviando y cuando salió a la calle debió pillarle la riada.

No fue hasta la noche cuando preocupado telefoneé a la familia ante su tardanza, después de hablar con la última casa avisé a la policía.

Fueron los municipales quienes la encontraron.

Los muros del parque habían retenido agua y formado una balsa sobre la que flotaba boca abajo.

Tenía que haber sido yo –gemía el hombre- ¿Qué haré sin ella?

-Por el pinganillo le decían al periodista “sigue haciéndole hablar que el share está subiendo como la espuma”.



 

 

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Abril no es mes para enfermar - Marga Pérez

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A esperar. Venir a urgencias es un ejercicio de paciencia. ¡Pobre abuelo!. Cada vez se pone más nervioso. Es incómodo no poder ir al baño pero está genial. Es tan mayor… Algo tiene que tener.¡Pobre! Cada cosina nueva que surge ve la muerte más cerca. No me extraña que se ponga así. La semana pasada vino mejor. La abuela lo habría tranquilizado, si estuviera…

¡Cómo está ésto ! Si sacasen unos rebujitos… olé, olé. Se me hace familiar ese llanto. El niño no para. Camarón. Guitarra rasgada. Soleares. Alegrías. Tientos. Huele a azahar… ¡qué coño! Huele a hospital ¡Cómo estoy!. Tomaría un rebujito sin pensarlo, ahora mismo. No sé cuánto me tocará estar aquí. Olé, olé. Mañana estreno vestido y mantón. Zapatos los de siempre. Cómodos, cómodos. Qué razón tenía la abuela. Tu vete cómoda de pies. Si aprietan los zapatos se acorta la feria. Y vaya que si se acorta. Descalza llegué a casa. Agua con sal. Ampollas. Nunca más…

Esto no cambia. Entran y entran. Salen menos. O eso me parece a mi. Hoy lo llamaron rápido. Venía tan nervioso...¡Pobre! Si no fuera por mi. Abuela, yo lo cuido, descuida. Se fue tan triste por dejarlo solo. Sin sus cuidados. Qué va a hacer solo sin mi. Mientras moría se iba poniendo triste por el. Yo la quería mucho… El abuelo no se queda solo. Me tiene a mi…

El tiempo no corre. Estoy aquí desde sabe dios cuánto. En la misma silla. Sale el niño con un brazo escayolado. El que lloraba. El que me llevó al cante, a la feria. Con traje de flamenca lo espera su hermana. Olé. Olé. Mi vestido cuelga de la lámpara. Esta noche feria¡Pobre abuelo! Lloraba solo en el baño. Entre sueños, lunares y sombras de volantes, lo oí. Cómo me asusté. Pensé que era él el que colgaba de la lámpara. No me acordaba del vestido. No me acordaba de la feria... Abuela, si estuvieras aquí. Sabría qué hacer. Estarías aquí conmigo. Sabría qué es lo mejor.

Señorita hace mucho que mi abuelo entró. No sé nada de él. Espere que ya pregunto. Una mujer con un ojo a la funerala espera. Llora sin disimulo. Sangra por la boca. Por la nariz. Retuerce un pañuelo sucio. Pasea. Le sobran nervios. Le faltan dientes. Pasea. Retuerce el pañuelo. Llora . Mira por los cristales. Tiene miedo. ¿No saldrá el abuelo? No sé qué hace esta en el ordenador. ¿Será que está ahí metido?. No me dice nada. Habla con la mujer que llora. Le pregunta cosas que no sabe. Se agita. Escribe y escribe. Oiga, mi abuelo. No sé nada de él. ¿Qué pulsera le han puesto?. No sé , una. ¿De qué color?. Ah, blanca. No sale por aquí. Sale por detrás. Siga la linea del suelo. Podrían avisar. Llego. Me siento. Espero. Espero y espero y podría seguir esperando. ¿Hasta cuando?.¡ Menos mal que pregunté! Podría hacerme vieja sentada en urgencias. Sigo la linea blanca del suelo. Bajo escaleras. Abro puertas. Subo. Cierro ascensores. Pasillos kilométricos. Camino. Camino. La linea blanca sigue frente a mi. Me asalta un olor... Máquinas. Personal enfundado en goma azul. ¡Qué calor! Huele a limpio lavandería. Vapor. Condensación. Desinfección. Vacío y triste cuelga de una percha un vestido de flamenca. Olé. Olé. Entre sábanas y toallas baten palmas. Alegrías. Sevillanas. Abril no es mes para enfermar. Mayo tampoco. Ni Junio… Bueno, ninguno. Si éso noviembre. O Enero. Después de Reyes ¡claro!.

La linea blanca baja las escaleras. Bajo con ella. Un tramo. Dos. Tres. Oscuridad. Silencio. Aroma de inframundo. Dos grandes puertas impiden que siga. La linea blanca se pierde bajo el metal. Están cerradas a cal y canto. Toco con los nudillos. Nada. Golpeo con las manos. Ladrando se acerca en perro. Alguien habla con el. ¿Me puede abrir?. Golpeo. Suplico. Un mal encarado abre. Sujeta un perro negro con una cadena. Me retiro instintivamente. No deja de ladrar. Impide con fuerza que salte sobre mi. Señalo el suelo. Sigo la linea blanca. Aquí no puede entrar. Me espera mi abuelo. Vete. Tu abuelo no te necesita. El portazo no acalló al can. Los ladridos se alejaron tras la puerta. Paso a paso. Retrocedo por la linea blanca. Busco una salida. Alguien a quien preguntar. Una puerta. También valdría una ventana. Al fondo del pasillo veo una luz. Llego a un ventanal. A través del cristal entiendo. Es el final de la linea blanca. De los acompañantes. En el foso esperan cuerpos plastificados. Un camión arranca. Bolsas blancas esperan su turno. Bultos. Otro camión se acerca. Tras los cristales del foso mujeres. Solas. Hombres acompañados. Caras de sorpresa. Ojos. Estupor en la boca de un niño... Lloro. Sin ruido. El camión arranca.

Esta noche feria.

Olé. Olé


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De rojo a negro - Esperanza Tirado


                               

 


Su reflejo le espera, impaciente, desde el otro lado del cristal de metacrilato.
Otro cliente más, piensa, sin pensar, sin dar importancia a esa mascarilla que cubre las caras de todos con los que se cruza estos días.
Pero lo que no ve es que la paciencia de este enmascarado en particular se ha agotado y tampoco ve la pistola que ha sacado de su chupa gastada.

-¿Qué desea…?

El eco sordo de un disparo choca contra el reflejo, que se vuelve rojo y luego negro.

 

 

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