Sin hacerme ni un poquito de caso sigue a lo suyo. Desde que tiene esa barredora ruidosa pienso que no le importa que mis pétalos brillen a la luz del sol, ni que mis hojas estén cada vez más grandes y verdes. Es un pensamiento general entre las compañeras del parterre, ni nos mira ni nos mima como antes. Y a veces se nos cae la corola de pena. Y él sigue con su nuevo juguete asustando hasta a los bichitos que se asoman por la hierba.
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