Desde
la barandilla
de
hierro forjado estilo art decó la dama observaba el duelo entre sus
dos caballeros. No podía soportar que discutieran, pero a la vez se
sentía enormemente halagada.
Luchan
por mi amor. No se harán daño, solo es un juego, pensó.
Un
grito agudo la sacó de su ensueño y, al bajar de nuevo la vista,
descubrió que uno de los caballeros había encerrado al otro dentro
de un paragüero,
como si de una jaula se tratase.
–
¡Mi bello Piolín!, -gritó- Yo te
salvaré.
Y
subida a la barandilla se ahuecó las enaguas y toda la tela de su
falda y descendió majestuosa hasta el suelo.
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