Abro
el armario y observo el grupo de cinturones que hay en su interior.
Cada uno diferente a los demás. Cada uno tiene su propia historia
que lo hace especial. Hay uno de menor tamaño que el resto y algo
desgastado por el uso. La explicación es que es un cinturón que
usaba cuando era niña.
Yo
era una niña a la que le gustaba usar vaqueros pero unos vaqueros
que me quedaban gigantes y que amenazaban con caerse al suelo en
cuanto me descuidara. Mi abuela soluciono el asunto regalándome mi
primer cinturón. Uno que usé durante muchísimo tiempo.
Otro
me lo regalaron el día de mi onceavo cumpleaños. Este es especial
pues tiene temática de mi serie favorita de animación por aquella
época con la imagen de mi personaje favorito en el centro. Este
cinturón es especial ya que fue el último regalo de mi madre antes
de que el cáncer la devastara.
El
siguiente cinturón me lo regalo mi padre el día en que regreso a mi
vida. Ese día me dieron la posibilidad de elegir entre vivir con mis
abuelos o irme con él. Llevaba toda la vida teniéndolo en un
pedestal y soñando con vivir con él las pocas veces que venía a
verme. Así que no lo dude y me fui con él. Un terrible error.
El
siguiente cinturón fue otro regalo de mi padre pero esta vez fue
para ganarse mi perdón y mi cariño cuando me entere que había
prohibido a mis abuelos que me visitaran y esa era la razón por la
que llevaba un año sin verlos.
El
siguiente ya no es ningún regalo. Los regalos fueron los moratones y
heridas que mi padre me hizo cada que me golpeaba con él cuando se
emborrachaba o cada vez que decía que me había portado mal y que me
merecía un castigo para que aprendiera a comportarme.
Los
siguientes cinturones representan años. Un cinturón por cada año
que pasaba junto a ese horrible hombre. Y para mi desgracia eran unos
cuantos.
Pero
el siguiente ya representa un recuerdo mucho más feliz para mi pues
es el cinturón con el que rodee su cuello y apreté. Apreté hasta
cortarle el aire y asfixiarlo. Tal vez para algunos represente un
asesinato para mi solo representa la libertad de una vida sin él.
El
siguiente representa el día en que conocí al hombre que yo pensaba
era perfecto. Y otro cinturón más cuando por fin comenzamos a
salir. Varios cinturones representan los años de relación antes de
que un cinturón negro simbolice el día que nos casamos. Eso se suma
a un par de cinturones más que representan años de matrimonio.
Un
nuevo cinturón representa un día en que bebió de más y me golpeó
con él. Me dolió tanto que aún lo siento a día de hoy pero para
mi consuelo ya no hay más cinturones de matrimonio. El mismo
cinturón que marco mi piel fue el mismo que le arrebató el aire.
El
siguiente cinturón lo use para hacer justicia. El día que vi a otra
mujer golpeada en un callejón supe que mi afición por coleccionar
cinturones no era una casualidad. Ellos eran mi arma con las que
traería la justicia al mundo. Ese mismo cinturón termino dejando su
marca roja en el cuello del hombre que golpeo a su mujer.
El
resto de cinturones ya no hablan de mi. Cada uno de ellos trata de la
marca roja que dejan en los cuellos antes de que un nuevo monstruo
deje el mundo de los vivos. Y de este tipo de cinturones tengo
muchos.
Y
el último cinturón no tiene una historia que contar. Porque no se
trata de lo que haya ocurrido si no de lo que ocurrirá en unas pocas
horas. Cuando este cumpliendo la función por la cuál existe.
Supongo que a estas alturas ya sabrás de que función se trata pero
esa no es la pregunta que debes hacerte. No debería importante él
que, si no el donde ocurrirá.
Eso
no puedo contártelo. No debes saberlo. Podría ser muy lejos o muy
cerca de ti. Incluso podría estar detrás tuya o de alguien que tú
conoces. Lo que es seguro es que dentro de muy poco tiempo un
monstruo caerá y una persona será liberada.
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