Donde perder es ganar - Dori Terán

                                       



No te perdono lo último que me has hecho…no te lo perdono…esto no…,martilleaba y repetía una vez y otra el pensamiento de la mujer. El dolor que se había clavado en su corazón cegaba sus ojos con ríos de lágrimas en tristeza infinita. Los puños cerrados y apretados con fuerza dejaban ver unos nudillos marcados y blancos expresando una rabia inmensa. Era incapaz de controlar la mezcla de emociones que producían un enorme desasosiego en todo su cuerpo y atenazaban su estómago con un peso de plomo insoportable. Atrás quedaban otros tiempos, proyectos, ilusiones…. Atrás momentos de salir a la vida a circular, respirar y vivir para dar forma real a los sueños. El y ella, Uno. Ambos eran bellas personas, no solo porque todos lo somos en esa esencia que duerme olvidada en nuestro interno sino también porque la buena voluntad y la intención de amar sin dañar eran la bandera y el motor de sus pasos. Ambos tenían claridad y sabiduría en cuales eran sus propósitos y sus metas. Y así plasmaron los sucesos ,las pruebas, los quehaceres ,las relaciones, los intercambios, los trabajos…el camino Ciertamente siempre hay en nosotros un inconsciente que late en la ignorancia, en un no darnos cuenta ,en una falta de conciencia de muchos o de algunos de tantos aspectos que componen nuestra personalidad. A menudo hay torbellinos de pensamientos y sentimientos que nos gobiernan en ese desconocimiento amén de principios y creencias, ideas, actitudes y comportamientos. No habían aprendido a aceptar y perdonarse los desvíos causados por este motivo y no eran capaces de reírse de ellos y mirarlos como esas coletillas personales que caracterizan a una persona confiriéndole originalidad. Así surgían en la relación “peleillas y faenillas” que encrespaban su trato un poco cada día en la intolerancia y el deseo de que se cumpliesen todas las expectativas desde el querer .”Lo quiero así porque esto es así”. La reconciliación que venía después fue haciéndose cada vez más esporádica o se quedaba en un placentero encuentro sexual que para nada resolvía el conflicto.
Treinta años de esta cosecha.Mil vivencias en ese discurrir. Lo de hoy era distinto. No paraba de preguntarse ¿por qué?,¿por qué?,¿por qué? Como un aire frío y huracanado la noticia llegó hasta ella. No fueron bocas extrañas quienes se lo contaron. Hacía tiempo que sentía una distancia gélida y huraña en él. Un maltrato psicológico con contestaciones ofensivas y gestos agresivos que dejaban ver un deseo de castigo físico también. Muy confiada en la ceguera propia de quien se cree en posesión de la fidelidad y la sinceridad en la confianza de quien no quiere ver la energía toxica que se vuelve amenaza y desdén, desterró o enterró cualquier sospecha. Como el niño que cerrando los ojos cree que nadie le ve. El maltrato que recibía de continuo, un día llegó a un punto que en un completo desorden de si misma y de forma espontánea lanzó como un dardo la pregunta “¿Es que existe otra mujer?. Y los hechos que sucedieron a continuación aquella noche, quedaron para siempre grabados en su alma en su respiración y en su piel. “No te perdono lo último que me has hecho” y así repetía una y otra vez. Aquel adverbio de tiempo , último, expresaba todos los últimos, primeros y demás posiciones de la lista de engaños planeados .Y eso que aún no conocía en la historia, de la Misa la media.
Han transcurrido varios años desde los hechos luctuosos y la vida ha seguido su curso. Muchas cosas han cambiado. Un día cambió aquella desesperada pregunta de ¿por qué? por otra más práctica ¿para qué? Y así empezó una evolución sanadora e imparable que la llevó a comprender cuanto amor había desperdiciado al no atenderse a si misma por encima de todo. Cuando empezó a amarse no pudo dar otra cosa sino amor porque eso era lo que tenía. ¡Y qué poco se parecía a lo que había vivido con él! El había sido su necesidad, su apego, su propiedad, su plan, su, suyo. Desde la libertad ahora conquistada comprendía el respeto y la libertad que se le debe a toda y cada persona sea cual sea la relación. Libertad y respeto que comienza por y para uno mismo. También aprendió a perdonarse el haberse perdido en los sueños que las canciones de amor y las películas nos infunden .Dormida en normas y conceptos olvidó mirarse y mirar, tal vez si lo hubiese hecho hubiera descubierto en los ojos de él una oscuridad que le acompañaba siempre y hubiese percibido también la lucha que él tenía por ocultarla con máscaras diversas en vez de proponerse transformarla. Creció en desapego, perdón, libertad y respeto sin juicios para eso sucedió, era la lección de su aprendizaje . El otro día tuve un encuentro con ella. Tenía esa luz que desprenden las personas que viven en paz sea cual sea la situación. Si bien es cierto que a veces se asoma su cicatriz, ella la acaricia y desde la gratitud por todo lo ocurrido sonríe con compasión. Unas veces se gana, otras se pierde y hay otras donde perder es ganar. 






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