La ermitaña - Borja Martínez


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Cuentas las gentes de las aldeas gallegas que en tiempos remotos en la cima de la montaña existía una anciana ermitaña con conocimientos de las plantas, conjuros y otras artes oscuras, Un día un pastor que estaba dando de pastar a sus ovejas se acercó por aquel remoto lugar y oyó a la longeva mujer hablar en una extraña lengua, el pastor asustando recogió su rebaño y fue corriendo a la aldea para contárselo a su señora. Tan rápido como una centella en la aldea se empezó a crear el rumor que la longeva señora que vivía en aquella montaña era una bruja, cuando no había cosechas o se moría algún ser ya sea animal o persona seria por culpa de los conjuros de la bruja que se llevaba las almas de los muertos para hacer pactos con el maligno. Un desafortunado día la hija del alcalde enfermo con una extraña enfermedad, llamo a los mejores médicos y la ingresaron en los más reconocidos hospitales del país hasta en la llevaron a los expertos de estados unidos pero por desgracia no consiguieron nada y la joven acabo muriendo en brazos de sus padre. El alcalde encolerizado y buscando a quien cargar la culpa de la muerte de su primogenitora acuso a la anciana de la montaña de haber robado el alma de la su preciosa hija para intercambiarla con el diablo a cambio de tener la salud de una roca. Las gentes del lugar cogieron palos, utensilios de la granja y armas para subir a la montaña, apresar a la bruja y quemarla en una hoguera acusada de robar almas. Entraron en la cueva, apresaron a la bruja golpeándola con palos y atándola con una cuerda, le sacaron la lengua y se la cortaron para que no pudiera pronunciar conjuro alguno y pudiera escapar. En la plaza del pueblo hicieron una gran hoguera y allí la quemaron viva. Tiempo después los sucesos siguieron ocurriendo la gente enfermaba, había épocas de grandes cosechas pero cuando había malos tiempos las cosechas se estropeaban y los aldeanos no sabían que hacer sin darse cuenta que todo lo ocurrido no era por culpa de aquella pobre anciana que vivía en una cueva alimentándose de hierbas e insectos y aquellas extrañas palabras no era más que la lengua en la que hablaba pues provenía de un país diferente al suyo. Y viviendo en la suma ignorancia de haber acusado, maltratado y quemado en una hoguera a una persona inocente.





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