Estaba enfadado y muy furioso, aquel cheque apenas cubría los gastos médicos del accidente y el juzgado tasaba su tara en una ridícula cifra.
Estaba enfadado y muy furioso, tanto que no podía controlarse y la rabia le hizo arrojar al aire el maldito cheque.
El destino aún más cruel hizo que el cheque volador aterrizara desafortunadamente en el interior de la chimenea encendida.
Enfadado y furioso intentó rescatarlo del fuego, pero el papel reseco ardió rápidamente.
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