Ahogado
en la laguna, Caronte maldice a su último pasajero. Debería haberle
pedido una identificación. Que no pagara no le gustó, pero
últimamente tenía las cuentas en positivo. A pesar de todo su
mirada torcida no indicaba nada bueno. Todos son almas perdidas, pero
los hijos de puta lo son con todas sus consecuencias.
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