Sin hacerme ni un poquito de caso abrió la puerta y me empujó afuera. Con suavidad eso sí. Que es un humano pero su parte de corazón perruno la mantiene. Si no tuviera, mitad y mitad, no me habría acogido en su hogar después de haberle defendido cuando le atacaron y casi lo matan. Esperé en la puerta del hospital y puse mi mejor cara perruna para lograr convencerle. Tiene un corazón de oro, pero sus alfombras de lana turca son una joya.
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario