Yo tenía una tienda de ropa y complementos en el centro de la
ciudad. Un día entró un joven muy apuesto y se puso a curiosear.
Supuse que querría comprar un regalo para su esposa o novia y en
seguida me presté asesorarle. En medio de la conversación sobre
trapos, collares y demás, comenzó a hacer comentarios sobre la
crisis, las ganancias, los impuestos… y yo, ilusa de mi, le dije
que hoy en día o se hacía alguna trampa con Hacienda o si no el
negocio no daba para vivir. Cuando se despidió me dejó su tarjeta:
Ricardo Meneses Ruíz, Inspector de Hacienda. “Me has dejado KO,
cabroncete”. Fue mi último pensamiento antes de hacerme a la idea
de que tendría que cerrar mi tienda. Quién me mandaría a mi
hablar.
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