¿Qué cara está la vida! - Marian Muñoz





  • Hola Benita, ¿Qué pasa en aquel grupo?
  • ¿No te has enterado? Es Celsa, que la han despedido.
  • ¿Y qué ha hecho para que la despidan?
  • Pues nada, bueno, armar una buena en el súper, pero lo culpa no es toda de ella, sino del Gobierno.
  • ¿Qué dices? Cuenta,  cuenta.
  • Hace dos días estaba Celsa en su puesto de trabajo, en la caja del supermercado, la pobre había pasado mala noche y para encima habían ascendido a supervisora a la Paqui, con la que se lleva tan mal.  El caso es que no andaba de muy buen humor aunque aguantaba el tipo ante los clientes.  Pero tras pasar por el código de barras la compra de una señora, y al ver el montante de la cuenta, va y suelta ¡Qué cara esta la vida!, y fue cuando se armó.
  • ¿Cómo que se armó?
  • Sí, porque no se pudo aguantar y le respondió: “No señora, lo que están caras son las cosas, porque ya me dirá usted, que una barra de pan que tiene más agua que harina le cueste 150 pts., que te comes una pera, una manzana o un melocotón y te saben todos igual, a cera.  Que una fresa la ve muy coloradita por fuera y en cuanto se muerde todo su interior esta blanco y sin sabor.  Que a la leche bien la hierven para quitarle todos sus nutrientes y luego a esa agua blanqueada le inoculan vitaminas a punta pala.  No hablemos ya de esas lonchas de queso de sándwich que lleva para sus niños, que cuando se derriten parecen plástico, de tanto producto petrolífero que les echan. Y que me dice  del billete de autobús, que le cobren a una 300 pts. Por ir de aquí al Quirinal, todo un robo.  Lo que sí está barato es la vida, porque en los hospitales las vendas, apósitos, pañales y otros materiales de primera necesidad son cada vez más flojos y  de peor calidad, que a los pobres abuelillos que en él ingresan les chutan tranquilizantes para que no den la lata al haber menos personal, y como llegan tan flojitos los pobres, no hay ni uno que no termine por palmar.  No digamos del colegio de nuestros niños, que hay overbooking en las aulas, y cuando el inspector se acerca, los sueltan al recreo para que no se entere el Consejero, y continúe  ocupado en dar lustre a su sillón. Como ve señora, la vida está cada vez más barata y las cosas más caras”.
  • Menudo revuelo se armó, en su cola todos le daban la razón y comenzaron a gritar de indignación.  El barullo se trasladó al resto de colas de las cajas del súper, y ante tal revuelo llegó el encargado, que viendo quien había comenzado la protesta, a la puta calle la echó sin clemencia.
  • ¡Es que a quien se le ocurre dar un mitin en su puesto de trabajo!, y eso que ella está afiliada al partido del Gobierno, pobre Celsa, pero sabes, tiene razón, hoy en día la vida va teniendo menos valor por culpa de esos tunantes que aceptan la corrupción.
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