Palmira
camina a pasos cortos, cargando con los dolores incapacitantes que le
regalan los años. A un lado del camino, en los jardines, una pareja
joven, con el descaro propia de la edad y de los tiempos, juega a
descubrir los secretos del mundo. Las manos
de
él viajan por debajo de la camiseta
de
ella, un pequeño trozo de tela con tirantes, que no pone
impedimento a las manos intrusas.
A
la cabeza de Palmira llega el recuerdo de unas manos bregando por
entre un montón de capas de trapos oscuros y tristes, jugando a
descubrir los secretos del mundo.
Sigue
su camino con una sonrisa de envidia sana dibujada en los labios. Los
mismos años, los mismos ardores...por suerte, otros tiempos.
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