Aniceto y su burro - Cristina Muñiz Martín

                                   





Alrededor del pesebre donde le daba de comer al burro los restos de su comida, comenzaron a nacer unas flores desconocidas, que rápidamente se extendieron por todo el prado, dejándolo sin pasto. Aniceto, se rascaba la cabeza despistado, sin entender nada, pero como siempre había oído decir a su madre que no se había hecho la miel para la boca del asno, entendió que las flores tampoco. Llevó al burro al otro prado y pasó lo mismo. Como ya no tenía más tierras las fue pidiendo prestadas a sus vecinos. Pero allí donde pastaba el burro, la hierba era reemplazada por flores. La gente del pueblo acabó recurriendo al alcalde, que a tenor de los graves acontecimientos, desterró a Aniceto y a su burro. Los dos inseparables compañeros viajaron de pueblo en pueblo, dejando tras de sí un rastro inconfundible, por lo que acabaron siendo perseguidos por los aldeanos. Desde la capital enviaron técnicos para recoger muestras y estudiar el caso. El resultado fue que las flores eran orquídeas de la clase Rothschild’s Slipper, en peligro de extinción y, por lo tanto, las más caras del mundo. En cuanto se supo la noticia, a los pueblos de la comarca acudieron en masa políticos de todo color y condición, empresarios, especuladores y demás amantes del pesebre público. Las orquídeas eran recogidas para la venta y al día siguiente los prados amanecían nuevamente cuajados de las preciadas flores. Todo el mundo estaba contento y los alcaldes, hicieron una fiesta en sus respectivos pueblos para celebrar que los vecinos se llevarían el diez por ciento de las ganancias, dinero que nunca hubieran conseguido con su actividad agraria y ganadera. Mientras tanto, Aniceto, ajeno al descubrimiento, viajaba de noche evitando casas y aldeas y se ocultaba de día. Estaba cansado de luchar con su burro para impedir que pastara y añoraba su casa y su pueblo, así que tras dar muchas vueltas a la cabeza, se armó de valor y mató al burro que le había traído la desgracia. En cuanto la sangre del animal se deslizó sobre la tierra, las orquídeas murieron y con ellas el dinero, el engaño y la codicia. Pero es bien sabido que la sangre aviva el odio. Aniceto fue apresado, juzgado y encarcelado, por atentar gravemente contra el bienestar público.









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