Visita obligada - Esperanza Tirado


                                                           


Pareciera que los cascos de los caballos aún resuenan en el patio, mezclándose con el rasgueo de guitarras que se escuchan amplificadas a través de los altavoces colocados de manera estratégica en las esquinas.
El pozo adornado de geranios de colores cuenta historias que ocurrieron hace siglos y que los viejos del lugar dicen haber vivido en primera persona.
Los más jóvenes, propios y turistas, invaden el lugar y arruinan la magia, haciendo fotos del patio y de las estancias con sus modernos cacharros electrónicos. Gracias a ellos la fama de la Posada del Potro, de visita obligada, llegará a todos los rincones del mundo.
Algunos, para hacer la turistada completa, se visten de jinete pseudolorquiano y posan con una guitarra flamenca o un trabuco entre los brazos. Después, son atracados por bandoleros modernos cuando han de desembolsar diez euros por cada foto.


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