Por
la estrecha escalera de caracol que sube hasta el torreón escalan
las notas que salen desde el piano que en el salón azul tocan sus
manos.
La
melodía se mezcla con los sordos ecos que habitan los fríos
pasillos de la vacía mansión.
Las
altas ventanas entreabiertas dejan salir la suave música que se
mezcla con la tenue brisa que acaricia el rosado atardecer.
Sobre
un gris malecón al otro lado del mundo, las olas le salpican con el
arrullo de las notas que su amada le envía. Y suspira, soñando con
poder besar sus rojos labios de nuevo.
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