Un misterio sin resolver - Cristina Muñiz Martín


                                                


En la playa de Salinas hay un misterio sin resolver: los granos de arena están desapareciendo y nadie sabe a dónde van a parar.
La administración dice que la culpa es del Cantábrico, que últimamente está encabritado , empeñado en tocar las narices. Los vecinos no quieren sabes de quién es la culpa; lo único que quieren es arena y por ello no paran de realizar protestas.
Los geólogos les dan la razón y dicen que la arena se puede sacar dragando la ría, pero el Ministerio piensa que es mejor sacarla de los fondos marinos. Los ingenieros dicen que lo mejor es clavar en el fondo pilones de más de seis metros para que la arena se agarre a ellos cuando los empuje la mar. Pero los oceanógrafos dicen “Cuidado cuidado, que hay que tener en cuenta los ciclos naturales”
Y la arena viendo que todo el asunto está como un volcán a punto de explotar, pero sin que nadie ponga solución, huye como alma que lleva el diablo dejando las rocas a la vista de todos, mientras grita tan alto como puede “Si prometéis tratarnos mejor, nos quedamos”. Pero los granos de arena son tan diminutos que sus voces débiles no llegan, entre tanto jaleo, hasta los oídos de los hombres.

– ¡Van a enterarse! –-dicen las rocas, incómodas por quedar al aire y por la mala cara que les pone la gente – ¡Van a enterarse esos estúpidos cuando llegue el verano! –repiten.

Y Lo peor es que andan pensando también en escapar de allí, por miedo a que cualquier día les caiga el paseo encima por causa de la mar, que cada día está más cabreada y dispuesta a hacerse cargo del asunto.









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