Confusión - Gloria Losada



                                           


        Me enamoré de ella en cuanto la vi. Todos los días, cuando salía a caminar por el parque, ella estaba allí, sentada en su banco de siempre, con un libro sobre sus rodillas, inmersa en la historia que le transmitía. Al principio no me atreví a hablarle, bueno, ni al principio ni nunca. Soy muy tímido y además corto de vista, aunque a pesar de mi problema en los ojos no llevo gafas, que me hacen parecer más estúpido de lo que en realidad soy. Decidí declararme regalándole un ramo de flores. En el parque había muchas  y no me sería difícil hacerme con uno Fui cogiendo flores de aquí y allá y disimulando mis nervios me senté a su lado y le puse el ramo encima del libro. Ella levantó la vista y me miró.
      -¿Qué coño quieres tío? ¿Qué te de dos hostias? – me preguntó con voz de camionero.
       Cogí las flores y marché de allí pitando. A cierta distancia me puse las gafas y pude comprobar que mi amada era un muchacho, con melena y eso, pero era un tío, y mi ramo estaba compuesto por perejil, hojas de laurel manchadas de caca de perro y dos margaritas silvestres casi deshojadas. Decididamente entre parecer estúpido y ver, me quedé con la segunda opción.





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