El
teléfono no dejaba de sonar. Oí llorar un bebé en la calle,
me asomé y era un gato. El teléfono insistía una y otra vez.
Encendí un cigarrillo. Volvió a sonar el móvil, le dí a
descolgar.
-
¿Diga?
-
Escucha, esto es tu sueño. Te dormiste con el cigarro prendido sobre tu colchón de espuma, despierta ya o el humo te asfixiará.
Abrí
los ojos, y comencé a toser.
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