No me gustan ni un pelo esos episodios de pedos
en cascada que mi cónyuge costillar deja escapar cada noche en la cama.
Me parece una inconcebible falta de respeto hacia mi persona.
Aunque si aparto de mi mente las normas sociales en que vivimos puedo
sentir que la hazaña es todo lo contrario.
Manuel en
su confianza me hace partícipe de esa sonoridad intestinal que al ser
expulsada le proporciona un bienestar y una dicha que le pone feliz y
meloso y entonces…nos amamos con pasión.
Si no fuera el pedo en estampida parte de
nuestras noches, el gas doloroso arruinaría la relación.
¡¡Ay la
poco entendida y valorada importancia del pedo!! Adora Dori
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