De tal palo tal astilla - Gloria Losada





O al menos eso dice el refrán, y yo creo que es cierto. Justiniano Rodríguez tenía una tienda de comestibles en un pueblo de Galicia, allá recién terminada la guerra civil. La mayoría de la mercancía provenía del estraperlo y la vendía a precio de oro. En la trastienda guardaba sus productos, patatas, harina, legumbres... Los pesaba con una balanza romana que trucaba a su antojo, siempre a su favor evidentemente, siempre a escondidas del consumidor, que por mucho que estirase el cuello no podía ver las argucias de aquel desgraciado, pues el cubículo oscuro y maloliente apenas estaba alumbrado por la débil luz de una bombilla grasienta. El muy ladino hizo una fortuna aprovechándose de la debilidad ajena.
Su nieto hoy es político, banquero y todo eso que da poder. Está vinculado a cientos de escándalos económicos, pero no pasa nada. Hace fortuna aprovechándose de su posición privilegiada, como en su día hizo su abuelo, al que tampoco le pasó nada.





Licencia de Creative Commons

Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario