Me quería y le encantaba compartir su tiempo de ocio conmigo, pero le molestaban mis manías, y cuando salían a colación las discusiones eran terribles. El día que me invitó a dar una vuelta en el avión que pilotaba como miembro del ejército supe que algo iba a ocurrir, pero fui prevenida. Cuando accionó el mecanismo que me impulsó fuera del avión yo estaba tranquila. No era la primera vez que me tiraba en paracaídas y me gustaba la sensación de bajar flotando por el aire. Cuando llegué a tierra le mandé un emoticono echándole la lengua. Al aterrizar me dijo
-¿Te
ha gustado la improvisación? – asentí con la cabeza –
Pues no entiendo cómo te gustan estas cosas y no quieres hacer
puenting.
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