Coletean las últimas esperazas de una
ilusión,
Agoniza en un alma magullada por la
decepción.
Si no pusiésemos tanto empeño en
soñar y ver la realidad, el alma estaría entera y no hecha
pedazos.
¿Cuánto más hay que pagar por
equivocarse de camino?
El peaje es muy caro para un trayecto
lleno de piedras,
Mientras te levantas, las heridas
nuevas se juntan al dolor de las heridas de antaño.
Pero uno mismo tiene la culpa de seguir
llevando un equipaje que ya no sirve de nada y que deberíamos tirar
a modo de lastre para poder subir a todo gas.
A veces de nada sirve hablar, contar
que vas empezar de nuevo y que todo será diferente
Porque es mejor una acción que mil
palabras, decirlo no sirve de nada si no te lo propones de veras.
No hay castigos divinos para tanto
dolor, es más bien que se cumple el refrán “cada uno recoge lo
que siembra” Hay que ir con cuidado y aún así se cometen errores,
de los cuales se aprende, siempre y cuando uno no se quede dormido y
vuelva a errar en lo mismo dos veces.
Pero caminando mirando al suelo, a
veces uno no ve lo que se tiene de frente, lo mejor es ir pasito a
pasito, mirando el paisaje y poner buena cara al mal tiempo.
Yo no quería dejar de tener
sentimientos hacia una estrella que de repente brillaba y al poco
tiempo solo era intermitente y en una de las noches que miro al cielo
aquella estrella se convirtió en fugaz, bella, lejana, pero su
destello dejó de verse en segundos, huyendo del cielo y muriéndose
ante mis ojos. Me dio tiempo a pensar un deseo pero nunca se cumplió,
yo quería que brillase con luz propia para mi, pero las cosas se
mueren y aunque no hubiese desaparecido… sólo la podía ver desde
lejos, y la lejanía da escalofríos.
Ya miro al cielo por casualidad, sin
ilusión de ver estrellas fugaces. Ya no me gustan porque los deseos
no se cumplen a no ser que se luche por ellos, pero si la lucha está
perdida… mejor retirarse a tiempo.
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