En este blog encontrarás los relatos escritos por los participantes del taller de escritura "Entre Lecturas y Café", así como la información de las actividades del club de lectura del mismo nombre.
Rebajas - Dori Terán
Todo en su vida había sido, era, una cruel rebaja. Tenía que haber nacido en setiembre, un mes que a ella se le antojaba maravilloso. El final del verano, el final del desbarajuste y desorden en los horarios, las comidas, las idas y venidas…una vuelta a la serena rutina diaria que ella adoraba. Lo mismo por la cuenta de la vieja que por la del ginecólogo, su llegada a este mundo tendría que haber sido en ese adorable mes. Pues no, no nació en setiembre. Ya se rebajaron ahí los días de gestación y nació en julio. Calor, días interminables, ajetreos y movidas, vacaciones… la descolocaba tanta desorganización. Angela era de hábitos y costumbres tranquilas También en el disfrute del amor y la protección de su madre tuvo que vivir una liquidación repentina. Una mañana de primavera cuando ella aún no había cumplido tres añitos la casa se llenó de gente que lloraba y la besuqueaba con insistencia y ya no volvió a ver a mamá. La tía Rosa que vivía muy cerquita de se acercaba todas las mañana y la llevaba al jardín de infancia al que llegaba más con una consciencia de ensueño que de realidad. Un día su papá llevó a casa a Virginia que tenía el pelo rojo y unos zapatos de tacón que la subían muy alto y tenía que agacharse para hacerle carantoñas mientras ella coloreaba los dibujos del cole. Virginia volvió otro día con una maleta y se quedó para siempre. Papá dejó de contarle cuentos por las noches al acostarla. ¡Liquidados los cuentos!...y los besos. Y también se cayó la paz. Virginia se enfadaba por todo y gritaba por todo. Entre conflicto y conflicto fue creciendo como pudo y cuando llegó la hora de elegir sus estudios puso todo su empeño en obtener la nota que le permitiese hacer la carrera de medicina. Tampoco fue posible, la mengua de su nota en aquel complicado examen solo le permitió acceder a los estudios de enfermería. Le gustaba su trabajo y a él se entregaba con disposición de servicio, con profesionalidad y con gusto pero últimamente estaba lidiando con los recortes sanitarios que estaban sumiendo la profesión en un maratón a destajo y sin recursos con el consiguiente cansancio y desmoronamiento de la ilusión y con la pérdida de eficacia resolutiva o aliviadora para los pacientes. Estaba enamorada y programaba su boda con Tomás. Ya tenían fecha, apenas faltaban dos meses. Gabriela la había acompañado a la elección y las pruebas para ajustarle el vestido de novia. Era su mejor amiga no podía imaginar que hubiera hecho sin ella. Virginia se había puesto inmensamente gorda así que tuvo que bajarse de los tacones, además tenía una ronquera crónica de tantos años forzando la garganta con su vociferar y el pelo se le había puesto blanco. No podía contar con ella para nada. Bueno para nada provechoso o útil porque su presencia y sus movimientos siempre tenían algo que decir. Y claro para la boda también dio la nota. Se murió allí mismo, durante el banquete mientras
chupaba la pata del bogavante. Su rostro se volvió tan rojo como su pelo de antaño y luego lívido mientras se llevaba la mano al pecho. Nada se pudo hacer por ella. Ni que decir la desazón que ocupó la celebración. Y todos para casa. A preparar el funeral. ¡Que depreciación de fiesta! Lloró lo que no está escrito, ¡que baratura de vida! ¡Que saldo de acontecimientos desde su nacimiento! Todo en su existencia era resta y reducción. Menos mal que el amor de Tomás era de los buenos, valioso, caro y sin descuento. Y así con ese estigma fueron viviendo felices a pesar de todo, en la gratitud de lo tenido y sabiendo que las cosas pueden ser peores. Acababan de pasar las fiestas navideñas. Habían sido muy hogareñas y reposadas. Papá les había acompañado y desde su soledad había vuelto a recobrar el espíritu cariñoso que un día negó al mundo entero incluida su hija. Angela salió antes de lo previsto de su turno en el hospital. Le debían horas trabajadas de más y decidió pedirlas esa tarde. Cuando volvía a casa vio mucha gente entrando y saliendo de Zara-“Ah han comenzado las rebajas”-pensó y entró a ver si había suerte y encontraba algo que mereciese la pena. Cantidades ingentes de ropa por toda la tienda y muchas personas cogiendo una prenda, soltando otra, revolviendo estantes… En medio de aquel caos vio una blusa que le gustó, solo había una y no sabía si sería su talla así que fue a los probadores. Había cola. Esperó su turno y cuando pudo entrar ya cansada del asunto, se dispuso a probar la blusa, pero…agudizó el oído. En el probador de al lado se oía una voz que susurraba y le resultaba conocida.-“Si cariño si, el rojo te queda perfecto…estoy deseando quitártelo yo poco a poco, mi amor”. Era la voz de un hombre. ¿Un hombre?...¡Su hombre! Ni corta ni perezosa y en sujetador salió de su probador y entró como una exhalación en el de al lado de dónde provenía la voz. Y allí estaba su Tomás con una rubia platino despampanante…¡en las rebajas! -“¡Qué ganga he encontrado!”-gritó Angela y cerrando el puño apretado firmemente propinó un puñetazo descomunal sobre el asombrado rostro de Tomás mientras la rubia gritaba: -“¡Socorro, auxiliooo!” con el consiguiente revuelo en la tienda. Angela salió soplándose los nudillos enrojecidos de los dedos, el gigantesco tortazo no había sido de rebajas, no, que de eso sabía mucho. Ahora era ella quien iba a preparar una buena liquidación.
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