Nada se pierde - Marga Pérez

                                          Resultado de imagen de hombre afilando la guadaña

Relato inspirado en la fotografía

 

Llego tarde. Otra vez ¡ Qué pesados son los adolescentes! ¿Por qué no harán las cosas más rápido?
Ya voy, ya voy... que ya voyyyy... es lo único que saben decir...pero no vienen, y yo... subiéndome por las paredes... ¡¡que llegamos tarde!! El tráfico está imposible. Ya lo sabía yo... sólo con salir cinco minutos más tarde...todo se ralentiza. Ahora el ascensor... cuando tengo prisa va más despacio. Luisa estará ya con las historias...se defiende bien. No sabe tanto como cree pero...es buena. Me pondrá al corriente mientras me pongo la bata...viernes ¡ufff, menos mal! necesito descanso. Demasiados frentes abiertos. Y vuelve este malestar... debió caerme mal el desayuno, otra vez ¡No me extraña!... salir de casa es una locura. Tengo Almax en el cajón...y omeprazol... Luisa dice que no me cuido... ¡que enterada! ¡qué sabrá ella lo que yo hago!.
La pedigüeña de rayos... uffff...me va a parar... ¿no ve que llego tarde? Justo...
-Buenos días doctora Sánchez. ¿Tendrá un minuto...?
-Ahora imposible... me están esperando... en media hora... pásate a ver... ya hablamos. Contesto acelerando el paso.Seguro que es otro favor...piensa que puedo operar cuando quiero...bueno, podría...pero no ¡qué cara tiene!
¡Que de gente! Cada vez hay más enfermos. Como no tome pronto el almax echaré el desayuno.
-Hola Luisa, buenos días. Dice entrando como un vendabal en la consulta. Vete contándome mientras me preparo. Y se agachó para revolver en el cajón en busca de alivio... ... ... ...
Todo se oscurece. No veo nada... ¿se apagaron las luces?... ¡Qué silencio!... ¿dónde estará Luisa? El suelo, las paredes, el techo... todo está negro. A lo lejos distingo reflejos ...movimientos... sombras que me atraen. Insegura me dirijo hacia ellos. No oigo nada. Parece que estoy sola. En el fondo de la habitación los veo , son espejos. Espejos de feria, con formas... deformantes. Cuelgan de la oscuridad. Uno cerca del otro. Me acerco. Me miro en todos : gorda, baja, alta, flaca, fea...me rio sin poder evitarlo. En ninguno me veo . No soy yo pero en todos me reconozco . Avanzo de uno a otro. Llego al final sin dejar de reir. Tropiezo con un biombo blanco. Por encima asoma la cabeza de una mujer de grandísimos ojos, con larguísimas pestañas y sonrisa irónica. Me conoce... Lo sé. No sé quien es pero sé que me conoce... Hace que tiemble. Su forma de mirarme, su sonrisa...me dan miedo, pero entro por donde me indica. Por detrás del biombo. Ve en mi lo que yo quiero ocultar... es eso. No dejamos de mirarnos hasta que desaparezco... ¿en mi pueblo? Las casas, el río, los árboles, la luz, el ruido... son los de mi pueblo. Mi niñez. Mi padre está igual que en las fotos infantiles: joven, solo, sentado, cabruñando la guadaña, hablando consigo mismo. Yo sentada a su lado. Sin preocupaciones. Miro embobada sus manos anchas, callosas, firmes. Oigo el martillo en la hoja. Huelo la infancia...sin prisas. No sé cuanto tiempo estoy así...Un trueno me sobrecoge. Todo cambia. Busco los ojos de mi padre y los veo ...viejos, cansados, inyectados en sangre...son los ojos de mi padre antes de morir...ya no soy una niña. La tormenta oscurece el pueblo. Hace frío. Caigo en el vacío... me abandono... no tengo miedo, sólo caigo... Ahora vuelo, muy bajito... más bien planeo... un gran pájaro me acompaña, me agarro a su cuello y me dejo llevar... me mira con cariño...Satur puede llevarme a donde quiera...es mi mejor amiga... la mirada del pájaro es la suya...la reconocería con cualquier disfraz...no me engaña. No sé a dónde me lleva pero no me importa...con ella iría al fin del mundo. Me suelta en su nido, con sus huevos. Salen pollos. Muchos. Estoy apretada. Hace calor, mucho calor...El ascensor llega a la planta baja. No cabe un alma. Huele a sexo que tira para atrás . Necesito salir de aquí. Corro, me persiguen. El teléfono suena insistentemente. Me cuesta respirar. Hay un niño que no deja de llorar ¿qué hace aquí papá con su guadaña? Sigue sonando el teléfono... la tormenta está encima. Un rayo lo ilumina todo. Veo muertos a mi alrededor. Corro. Me duelen las piernas. ¡ No puedo más!. Tengo que esconderme. No pueden encontrarme, me matarán... en esta habitación oscura...si, aquí, en esta esquina...me siento, apoyada en la pared. Me falta el aire... hace frío...el pecho me duele...el ruido de cabruñar martillea en mi cabeza...papá está sentado a mi lado... Un rayo ilumina la habitación. Ya no veo a mi padre. Desde mi cama miro al crucifijo de la pared... padre nuestro que estás en los cielos... no dejo de mirar su cara de dolor... Crece. Hágase tu voluntad...y crece. Hágase tu voluntad. La cruz se hace un gran árbol. La pared se resquebraja y se desploma . Antes de que el Cristo me aplaste doy un salto. Corro... Corro con todas mis fuerzas y llego al hospital. Respiro tranquila...estoy en casa.. Todo es claridad. Batas blancas por los pasillos. Orden... Aquí saben quien soy. Cual es mi trabajo...me conocen. Entro en la 203. Exploro con detenimiento a la paciente que duerme junto a la ventana... veo su vejez. Siento su abandono. Oigo su dolor...le inyecto insulina en la vía y espero a que muera. Su cara se transforma. Cuando exhala el último aliento la veo. Lloro sentada en el suelo. Es mamá... yo la maté. El martillo golpea mi cabeza. No soporto el ruido . Mi padre cabruña sin tan si quiera mirarme ... un bebé llora a mis pies. Lo cojo. Lo acuno entre mis brazos. Muy pegado a mi. Me llega su olor a polvos de talco. A inocencia. A leche cortada.... Le canto bajito. Muy cerca de su cabecita, para que sólo el me oiga: estrellita dónde estás... me pregunto quien serás... estrellita... Gira la cabeza y me mira. Veo su carita sonrosada. Me sonríe. Ese bebé soy yo... el ruido del martillo me aturde... La ventana se abre de repente. Un rayo entra empujado por un fuerte viento. Me atraviesa, me sacude con violencia... ... ... ... pi.. pi.. pi.. pi..
-¡¡ Por fin responde!!. Dice Luisa viendo el pulso en el monitor.
-Tuvo suerte de estar aquí.¡ No lo hubiera contado ! Les dice Elen todavía arrodillada a su lado.
Mientras llega la camilla todos se relajan. Abren la ventana. Les inunda el olor a primavera .
El cajón sigue abierto. La bata está abandonada sobre la mesa . Suena un busca. Luisa sale corriendo..... En el suelo, la doctora Sánchez respira a buen ritmo. Abre los ojos. El sol descubre un zapato en un rincón, mientras que el ruido del escaso tráfico y el sonido lejano de alguien cabruñando una guadaña se cuelan por los sentidos... Nada se pierde.






Licencia de Creative Commons

Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario