Todo
estaba preparado para el cumpleaños del abuelo Manuel. Noventa
años no se cumplen todos los días. Le organizamos una fiesta en
la casa de la playa, con guirnaldas, flores, música de su época y
una tarta
de tres pisos. Carlos le regaló una réplica del destructor
Lepanto, en el cual él había sido Comandante durante la Guerra
Civil. Cuando lo vio levantó la mirada hacia el mar y puso cara de
horror.
-¡Nos
va a matar! ¡Nos va a matar! – gritaba -- ¿No lo veis? Está a
punto de lanzar un torpedo y nos alcanzará.
El
mar estaba tan quieto y calmo como siempre en el verano. Se levantó
de su sillón y quiso correr en dirección opuesta al mar. Pronto
cayó de bruces. Nunca le había gustado la guerra
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