Hogar, dulce hogar - Marián Muñoz





Esos cocineros de la tela son tontos, decían que la tarta era muy fácil de hacer, pero le estaba costando muchísimo. Finalmente estaba lista, colocándola en el alfeizar de la ventana para que se enfriara, miró hacia el puerto, viendo atracado el destructor en el que estaba enrolado su amor. Los nervios hicieron que la tarta pesara más de la cuenta y cayó a la calle, justo encima del Lepanto de su amante.



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